Por el Peregrino Impertinente

Viajar no es solamente pasear y comprar productos típicos a las comunidades originarias para después venderlas de contrabando y obtener ganancias extraordinarias. Viajar también es aprender las costumbres ajenas, los modos de hacer, de comer, de trabajar… lo que se llama la cultura general de un pueblo. Así, el irresponsable que anda dando vueltas por ahí aportando nada a la humanidad, tiene la excusa perfecta para continuar malgastando su vida en periplos: “Yo no viajo por placer, yo viajo para trasladar lo que aprendo al resto de mis semejantes”, dice el muy desvergonzado, imitando el accionar de los ministros cuando juran desempeñar su cargo “con lealtad y patriotismo”.
En el enunciado anterior encaja el tema del voseo. Llama la atención la cantidad de países o regiones en los que los locales utilizan el “vos” en vez del “tú”. Esta realidad da por tierra una idea bastante divulgada de que el único lugar de Hispanoamérica donde se produce el fenómeno es en nuestros pagos. “¿Vo me estás hablando en serio gurí? Te voy a dar con el termo de Abreu en la cabeza, mirá”, apunta un uruguayo, como para cortar con el mito de entrada.
A partir de ahí, la lista se empieza a ensanchar: en Paraguay el voseo es muy común, y en Bolivia se destaca su uso en el oriente, fundamentalmente en la ciudad de Santa Cruz de la Sierra y alrededores. En Colombia también se estila, aunque sólo en algunas áreas del Departamento de Antioquia y un poco en la capital, Bogotá.
Asimismo, El Salvador, Honduras, Costa Rica y Guatemala son países netamente “voseantes”. Incluso en ciertas zonas de Panamá, Cuba y hasta de México se puede escuchar a gente tratándose de vos. “¿Vos? Híjole, que chingada es esa guey, no mames manito, arriba, arriba, ándale”, grita un paisano mexicano, poniendo un manto de dudas y de maldiciones aztecas sobre el asunto.