Al libro en papel le firmaron la sentencia de muerte varias veces. En cuántas ocasiones dijeron que ahora sí, que de esta no se escapaba. Y nada. Ahí anda, siglos y siglos en las alforjas, contando historias, relatando verdades, enseñando quimeras. Ni la sombra gélida de los libros electrónicos le movió una hoja. Villa María, dónde las tradiciones tienen tanto peso como las nuevas tendencias, es testigo del caso. “Los libros en papel están pasando por uno de sus mejores momentos en el país y en particular en nuestra ciudad. Las ventas aumentaron significativamente en los últimos años y las principales editoriales han batido varios récords en ese sentido”, comenta Gustavo Caleri, uno de los dueños de la librería Libre Libro. Con todo, el también arquitecto y columnista radial admite que temió por el futuro de su negocio hace un cuarteto de años atrás, cuando el desembarco del llamado “e-book” le prometía a la tinta un destino de cementerio. “Parecía que era inevitable, que si uno no se subía a ese carro que traía la tecnología, no iba a sobrevivir. Nos asustamos, hubo una especie de psicosis en el mundo editorial. Pero al final fue una suerte que no nos involucramos con eso”, recuerda, haciendo referencia a que, por ahora, los libros electrónicos no han estado ni cerca de lograr el éxito que prometían.
Aquello se debe, en buena medida, a que a Argentina todavía no llegaron las grandes multinacionales encargadas de comercializar el nuevo formato. “Mientras no haya una empresa que se instale, el libro tradicional va a seguir gozando de muy buena salud”, asegura Caleri, quién además opina que el día que eso ocurra se va a dar la misma tendencia que en los países desarrollados, donde se produjo una suerte de “reparto del mercado” entre los libros per se y los “e-books”. “No va a significar la muerte del libro en papel, para nada”, pronostica.
Los libros infantiles, una bandera
Desde la Biblioteca Municipal y Popular Mariano Moreno amplían el panorama: “Es un tema que venimos estudiando desde hace bastante. Y la verdad es que no vemos que haya caído la demanda. Para nosotros, en todo caso, lo importante es que las personas accedan a la lectura, sin importar el formato que elijan”, subraya Anabela Gil, titular de la entidad. Según ella, el criterio de la Medioteca es “apuntar a tener” formatos digitales, “pero sin renunciar a los libros en papel”.
Al respecto, la Bibliotecaria Mayor enfatiza en las virtudes de los ejemplares tradicionales: “El libro en papel tiene una magia, un encanto, una cosa de embrujo que no la tiene el elemento electrónico y que por eso mismo nunca va a ser suplantado”, augura. Para la profesional, el mejor ejemplo radica en las obras infantiles, una de las secciones más requeridas en la Medioteca: “Los dibujos, los diseños, el deleite del tacto... son todas cosas que lo hacen único e irremplazable”.
Por su parte, Andrés Capparelli, responsable técnico de la institución, explica: “En cuanto a los niños, el acercamiento a la lectura es mucho más fácil con los libros en papel. Hay que ver cómo alucinan los más pequeños cuando entran a la sala infantil y empiezan a ver los ejemplares. Eso una pantalla no te lo da”.
A renglón seguido, Capparelli remarca que el tema de los libros electrónicos todavía no está muy legislado, lo que también dificulta su uso en la biblioteca: “En suma, que el libro va a seguir resistiendo. Si es que se da el cambio en un futuro, seguro que no seremos nosotros los que lo veremos”, concluye.