Un tipo con una carreta tirada por un caballo llegó y se puso a descargar basura. Caños y bolsas de consorcios fueron arrojados ante la mirada de un cronista de EL DIARIO en un sector del barrio Barrancas del Río que se transformó, desde hace bastante tiempo, en un basural de dimensiones desproporcionadas.
Sobre calle Tobas, costeando el río, uno puede toparse con un problema que este medio ya expuso en anteriores ocasiones. De hecho, en julio del año pasado fue la última vez que se publicó el estado de este espacio verde y, pese a las promesas, el panorama prácticamente no se ha modificado.
Antes de llegar al lugar, a los costados de la arteria de tierra, va habiendo un adelanto de lo que vendrá, con pequeñas montañas de basura a escasos metros del río.
Hay muchos perros y el olor es fuerte y vomitivo. La contaminación es evidente. Restos de animales muertos, comida en estado de descomposición, escombros, Telgopor, chapas, bolsas, maderas, ramas, plásticos y kilos de desperdicio difícil de identificar.
Todo esto, paradójicamente, se acumula exactamente al frente de un cartel que reza “prohibido arrojar basura”, prendido sobre un alambrado.
Además, de una pila de bolsas negras se desprendía un grueso hilo de humo, al parecer, producto de un fuego que estaba extinguiéndose y que fue mucho mayor, por la amplitud de la aureola de cenizas y materiales quemados.
El basural se extiende a lo largo de la calle por, al menos, entre 30 y 40 metros. A un costado, huellas de autos han abierto otro paso, desviándose de la arteria para poder transitar.
Cuando seis meses atrás se mostró esta situación y se consultó al titular del área de Ambiente y Desarrollo Urbano del municipio, Rodolfo Bergamasco, éste apuntó a la falta de respeto de aquellas personas que arrojan basura sin pensar en el resto de los ciudadanos. Pero, además, había reconocido que el basural del Barrancas del Río “es enorme” y asegurado que ya no se estaba arrojando más basura allí. Claramente esto sigue sucediendo, más allá de que pongan carteles rogando que no se tire basura ahí.
A metros del río, ese lugar sigue siendo el tacho de basura en el que mucha gente arrojó y sigue arrojando sus desperdicios, mientras la contaminación y los riesgos siguen multiplicándose a espaldas de quienes tendrían que velar por una Villa María saludable y limpia más allá de las fronteras de la costanera que se ve.