Me caigo, me levanto; me caigo me levanto; me caigooooo y me caí, nomás. Para no ser menos, digo. Porque si algo ha distinguido a la presente edición del Festival que aún no comienza, han sido las caídas. Espero que el escenario sea un poco más seguro que los contratos. Se cayó Alejandro Sanz; se cayó Jorge Rial; se cayó Lola Ponce... parece el Festival Internacional de la Baldosa Floja. Habrá que andar con cuidado. Sobre todo, es un consejo para los candidatos políticos, en este año electoral, porque no hay nada más fácil que caerse de las encuestas. Y nada más doloroso, dicho sea de paso. ¡Y ni hablar de lo fácil que se caen las alianzas! Pero así como bien dice el saber popular “hay un roto para un descosido”, siempre hay, para cada caído un candidato a ocupar su lugar; tanto en el mundo de la política como en el del espectáculo. Porque el show debe continuar, conmigo o sin migo, dijo un tal Saúl, allá lejos y hace tiempo. Y lo que nunca fallan son los clásicos; como por ejemplo, la Zamba de Vargas. Pero no aquella de Chazarreta y Lombardi que los Chalchaleros supieron puntear, sino la de Rony Vargas, que si bien debe tener más o menos los mismos años que la mentada canción, hasta donde sé, nunca integró el repertorio de los Chalcha’s.
Y eso es para los que se viven quejando de que ya no queda nada de folclore en el Festival. Ahí tienen, ¡canejo! La zamba de Vargas reemplazará a la cumbia de Rial, uno de los grandes caídos del evento mayor que engalana la Villa en febrero.
Y esto me lleva directo a la incógnita del verano: ¿por qué no viene Rial al Anfi? ¿Rh? ¿Por qué?
“Razones familiares”, argumentaron que argumentó el animador, que queda claro que se anima a muchas cosas - basta ver su programa - pero a otras no.
Bueno, a mí me contó una fuente muy poco confiable (pero no por eso menos creíble - o ustedes se creen que solamente el gordo Lanata tiene fuentes poco confiables -) una fuente poco confiable, decía, me chimentó que parece ser que la familia de la pareja de Jorgito, o sea, Mariana Antoniale, mediáticamente conocida como la Niña Loli, es muy amiga de José Manuel (el de cabello canoso y labios gruesos que no es Raúl Lavié), y que fue el mismísimo gobernador el que metió un par de palos en la rueda para que Rial tropezara y se cayera del Festival. ¿Por qué? Ah, no sé, habría que preguntarle a De la Sota, qué tiene que ver el Festival Internacional de Peñas con el PJ cordobés. Yo no sé nada de chicanas políticas, pero me parece que es medio traído de los pelos (o pelucas). O será que el gallego está envidioso porque él no tiene un festival así de lindo, con gente de todos lados, que viene y la pasa bomba en Villa María mientras él se tiene que conformar con comer un asado desojando la Margarita Stolbizer, tomando un Binner y unas Massas pal postre, pensando a qué se va a dedicar si no llega a ser presidente, no ya de la República, sino ni siquiera de Unión San Vicente, de la República homónima.
Pero dejemos de lado este asunto, que nada tiene que ver con la fiesta mayor de la ciudad y volvamos a las deserciones de la programación Que no sólo el intruso se cayó del Hernán Figueroa Reyes. Alejandro Sanz y Lola Ponce, dos caídas y dos quebradas: hubieran andado bien para un festival de tango, o pa la fiesta de la Pacha Mama en Humahuaca (por lo de quebrada, digo).
Pero debo confesar que lo que más miedo me dio fue que en un primer momento, y ante la sorpresiva caída de Alejandro Sanz, algunos operadores políticos salieron a decir por medios radiales que iba a ser reemplazado por Ernerto Sanz, que venía a presentar su nuevo longplay “no sé de qué se trata pero me opongo”. Finalmente, todo fue una falsa alarma y Sanz (Alejandro) fue remplazado por Luis Fonsi, el portorriqueño y amigo de Barack Obama, cuyo tema más conocido se titula “Yo no me doy por vencido”. ¡¡¡Brrrr!!! ¿Da como cosita no? ¿No será un agente del recontra espionaje? ¿Me parece a mí o este festival está lleno de suspicacias? Lo que pasa que un año electoral, y en un país en el que, salvo honrosas excepciones, todos se unen con todos y después se desunen y después se vuelven a juntar, todo da qué pensar. Porque, como dijo un porta turco (que no es Nazim Hikmet), “la política es el arte de lo posible”. Y así nos fue. Me caigo y me levanto, che.