“Recuerdo que mi último sueldo fue en febrero del año pasado, estaba en blanco, era digno”, añora María Aurelia Carvallo, una de las nueve trabajadoras del City Hotel que quedó en la calle cuando su dueño cerró las puertas con candado el 5 de mayo del año pasado y nunca más volvió a aparecer.

Todos los intentos de audiencias para dar con  Juan Carlos Ballabriga, el dueño, fracasaron. Ni las fuerzas policiales pudieron encontrarlo para traerlo a Villa María.

A esta persona, la que hacía doce años alquilaba el hotel de la familia Venosta, no se le encontraron tampoco bienes a su nombre, y dejó un tendal de deudas por pagar a los humildes trabajadores del emprendimiento céntrico.

Aún hoy, no tienen noticias de él.

María Aurelia asegura que tanto ella como sus compañeros ya están resignados. “Ya no espero nada, hoy está todo parado, no hay nuevas fechas, de hecho no sé si la abogada sigue trabajando, parece que no hay forma de hacer algo”, se quejó.

Esta extrabajadora del City afirmó que apenas una de las nueve personas que allí trabajaban pudo conseguir un trabajo digno rápidamente. “Estuve limpiando departamentos en obra, limpiando baños, hice lo que la vida me puso en frente, pero ha sido muy complicado, ahora en agosto voy a cumplir 53 años, no es fácil de nuevo poder acomodarse”, mencionó sobre su situación, y apuntó, sobre sus compañeros que “una de las chicas que llevaba varios años en negro en el City, sé que sigue trabajando en casas de familia pero de manera eventual, y otra, que alquilaba, se tuvo que ir a vivir al fondo de la casa de uno de sus hijos porque no pudo renovar el alquiler”.

Actualmente cubre algunas horas en el Hotel Alcázar, porque “no conseguí trabajo de otra cosa, estoy acá pero de manera eventual, sólo cuando me llaman, por lo que agradezco mucho a Eugenio Fernández.

La complicada búsqueda de trabajo vino acompañada de algo de mala suerte. “Había entrado a trabajar en el Isis, pero lamentablemente me enfermé de neumonía cuando me habían dado trabajo. Pensé que me iba a morir, me quisieron internar y no pude hacerlo, si no tengo mutual ni nada. Hice el tratamiento en mi casa, casi dos meses sin poder levantarme”, rememora.

María Aurelia, con dejos de enojo, opina que “a nadie le interesó” lo que sucedió con ellos, y recuerda que “la Municipalidad sólo me dio dos bolsones de fideos. Cuando salíamos en la tapa se solidarizaban, pero cuando tuvimos reuniones y les pedimos trabajo de lo que sea, dijeron que no y me dieron dos bolsas de fideos”.

También apuntó a la Unión de Trabajadores del Turismo, Hoteleros y Gastronómicos (Uthgra) de Villa María. “La verdad que del gremio tuvimos muy poco. Te digo más, hace muchos años que estoy en gastronomía. Empecé en el Café de la Ciudad, seguí en Las Lilas, estuve en varios más y no estuve grandes períodos sin estar trabajando, desde los 17 años pero en Navidad me negaron una caja navideña, y la verdad que me cayó como una patada, ellos sabían de la situación que estábamos viviendo, saben que trabajo en el rubro desde hace muchísimos años”.

El último intento de audiencia para que los ex trabajadores del hotel logren cobrar el dinero que les deben fue en septiembre. Siguen buscando trabajo, siguen esperando.