Y se largó nomás la primera noche del Festival de Festivales, con el Anfi que parecía una olla a presión o, para ser más exactos, así no se enojan los chefs que me leen, una vaporiera para hervir gente al baño María. Y hay ser pa’ que rime con Villa María.
Los Cuatro de Córdoba, que rompieron el hielo (tarea más que fácil con el calorón que hacía) dijeron públicamente que para hoy (ayer para el lector), habían prometido poner el aire acondicionado. Pero usted vio como son los Cuatro de Córdoba, y más en año electoral: prometen, prometen, prometen, pero después se imponen en los sufragios y se olvidan del aire acondicionado y vaya a saber uno de cuántas cosas más.
Lo cierto es que en la primera noche, la verdadera nota, la nota más importante, la dio la Policía y no porque haya tocado la banda de la fuerza provincial, que suena lindo, dicho sea de paso (la banda de música, aclaro, no la otra... esa te hace sonar, más bien). La nota, decía, la dio el policía que no lo quería dejar entrar al Anfiteatro al Gringo Borsatto porque no tenía credencial. ¿Eso es cierto? Sí. ¿Está chequeado? Sí, claro, nosotros hiperrecontra chequeamos todo. ¡Por favor! ¡Al Gringo...!, pero agente, si el Gringo mismo es una credencial viva, de carne y hueso, porque si no está el Gringo, el Festival no empieza, porque si no está el Gringo ya, definitivamente, el otrora Festival de Peñas, hoy cosmetizado y relookeado Festival de Festivales, ya quedaría completamente vaciado de contenido. ¡Si Borsatto es un emblema del Festival!
A ver: que les quede claro. El Tito Suárez, el Gringo Borsatto y un humilde servidor, no se tocan. Nosotros somos la imagen inequívoca del Festival de Villa María, le pese a quien le pese. Pobre Gringo, parece que lo vieron “merodeando” cerca del Anfi y le quisieron aplicar el Código de Faltas, cosa que no sólo es arbitraria, sino por demás contradictoria, porque si él falta, sonamos.
Pero ya adentro, Borsatto y este cronista que no gana mucho por sus relatos, pero va ganando enemigos a pasos agigantados, pudimos disfrutar de lo que sin dudas fue, a mi leal saber y modesto entender, la perla de la noche, el Huracán de Arequito, la dueña del escenario y del público: la Sole. ¡Qué energía! ¡Qué carisma! ¡Qué vozarrón! ¡Y qué generosidad, señoras y señores! Y esa es una de las cosas que distinguen a los buenos de los grandes. Una estrella que no necesita hacer sombra a las otras para brillar. Y le tiró un centro a Pablito Cordero, que la bajó de pecho y la clavó al ángulo, y otro a Gustavo Corvalán y, desde luego, a su hermana Natalia, para que se lucieran como solistas. Y después, en la carpa de prensa, se prodigó en anécdotas, gambeteó inconvenientes técnicos, defendió el folclore nuestro, hizo chistes y mostró su calidad humana. Parece una curucucha la Pastorutti, che: chiquitita, movediza y no deja de cantar.
Y mientras la Sole se entregaba por entero a quien quisiera charlar o sacarse una foto, en el escenario, el ibérico Sergio Dálmata hacía 101 canciones con su arena con garganta (dos de arena y una de garganta) para disfrute de las damas presentes. Y tanto en escena como en la conferencia de prensa, regaló risas y sonrisas a cuatro manos. Por ejemplo, decía: “Sí, bueno, nuestro nuevo disco será genial, ja ja ja ja” o “quise recorrer la ciudad, pero hacía mucho calor, ja ja ja ja” o “es bonito que me acompañe todavía una canción que hice hace 150 mil años, ja ja ja ja” o “¿cantamos otra? Qué bonito, ja ja ja ja”. Yo digo: en España están viviendo una crisis que se lleva puesto al país entero y este se ríe tan canchero, con esa risa más falsa que las pruebas presentadas por Stiuso. ¿Esos serán los famosos chistes de gallego? Y yo que creí que el humor gallego eran las pelotudeces que dice De la Sota.
Pero cambiemos de tema, que no le quiero empañar la campaña electoral a José Manuel.
Sin dejar las inmediaciones del Anfi, vayamos a ver los fuegos artificiales, que son ya un clásico de la apertura del Festival. Este año, al parecer, tienen la particularidad de que cada noche serán de un color distinto. La primera, predominó el verde, no sé si será por los dólares que se necesitan para garpar todos los gastos (ahí tenemos una tarea investigativa para Naselli), o porque la jornada inaugural estuvo auspiciada por Greenpeace, que hace oídos sordos a la problemática de la pirotecnia.
Todos pensábamos que como estaba Scioli presente, los fuegos iban a ser anaranjados, pero no, el verde pudo más.
Y ya que hablamos de Scioli: ¿qué hacía el gobernador de Buenos Aires en la carpa de prensa del Anfi, donde dan entrevistas los músicos, si lo más cerca de la música que puede estar el Daniel es cuando se pone el casete para responder preguntas?
En fin, el Festival de Festivales da para todo.