Luego de dos jornadas consecutivas de calor infernal, una lluvia reparadora llegó un par de horas antes del inicio de la tercera luna festivalera.
El año pasado también se había vivenciado una noche tormentosa, justo en la grilla coronada por Abel Pintos, pero en aquella oportunidad el aguacero había anegado calles y provocado el retraso de la velada.
En esta ocasión, la programación arrancó incluso antes de las 21 con una singular introducción aportada por el “Gringo” Borsatto que se refirió a la “señora lluvia” y también al “fenómeno” de Los Manseros, vivenciado en la víspera: “Para aquellos que pensaron que con el concepto de internacionalización se olvidaba a nuestras raíces ellos confirmaron que el folclore vive en este escenario”.
Luego de la performance del ballet Flor de Ceibo, plasmada al ritmo de “Adrenalina”, apareció Rony Vargas. En su vuelta al Festival luego de un lustro pidió al propio público que gritara el nombre de Valeria Lynch.
A las 21.12 apareció la destacada cantante con un brillante vestido rojo junto a sus cuatro vocalistas (ellos de negro, ellas de rojo). Franca conocedora del evento, recordó sus dilatados años como conductora: “Me acuerdo de haber venido cuando el Anfi tenía una lengua larga. Yo corría hasta allá y volvía llena de Juanitas”, bromeó (ver página 11). Más tarde rememoraría cuando compartía micrófono con Borsatto y Vargas y, detrás de telón, decía entre nervios “y ahora qué hago, qué digo”.
Tras abrir el abanico de “canciones que todo el mundo quiere y conoce”, recreó “Qué ganas….”, “Piensa en mí”, “Extraña dama”, un set de boleros clásicos y el segmento especial con Los Latinos, en homenaje a Estela Raval (Balada de la trompeta y Resistiré).
“Era una gran amiga del alma con quien canté por primera vez con ella justamente aquí”, soltó Valeria. Sus dotes de animadora no tardaron en reaparecer cuando intercambió varios chascarrillos con los veteranos músicos quienes lucieron aritos a los 80 y tantos años.
El cierre apoteótico de su show incluyó un popurrí de recuerdos como “De boliche en boliche”, “Sin piedad” y una versión de “Bailando en una pata”, con la consigna: “En Villa María soy feliz”. Con “Me das cada día más” se ganó la ovación total.
Homenajes.
Borsatto sería el encargado de ofrendar una especial semblanza a la artista, acotando la reciente obtención de un Grammy Latino. Mientras que, con Rony Vargas presente, apareció en escena el intendente Accastello para distinguir al conductor cordobés: “El Festival te debía este reconocimiento”, dijo el mandatario, antes de pedir el regreso del trío de voces a la animación para futuras ediciones. Los locutores y la dama dieron el sí.
A sus pies. A las 22.50, apareció el artista por el cual la gran mayoría cortó tickets y agotó localidades desde el lunes. Con el público de pie, José Luis Perales inició su desanda de obras románticas y melancólicas inoxidables luego de interpretar “Morir por ti” de 2012. Con dos teclados de apoyo, el español recreó el coreado “Me llamas”, “Quisiera decir tu nombre”, “Y te vas” y “Celos de mi guitarra”, quien le abriera las puertas en Argentina y América.
En un momento también recordó su malograda actuación anterior en el Anfi, que data de noviembre de 2006. “En aquella noche había llovido. Hoy también, pero menos. O sea, que ya sabéis, cuando tengan un período de sequía me llaman”, ironizó.
Segunda parte en página 10