Aunque sin datos oficiales, en el año 2000 se calculaba que en Villa María y Villa Nueva había alrededor de cinco mil descendientes (directos e indirectos) de árabes. Un número que demuestra el peso que ha tenido y tiene esta comunidad en el desarrollo de la región y el país. Así lo aseguran los miembros de la Sociedad Sirio Libanesa de nuestra ciudad. Una entidad encargada de difundir la historia, los valores y la cultura en general de una colectividad con tanta influencia en la Argentina y a la vez servir como canal para el encuentro de los propios integrantes de dichos orígenes.
“Nuestro organismo se caracteriza por ser un grupo humano con un fuerte sentimiento hacia sus raíces y hacia su identidad primigenia. Somos una comunidad que tiene una relación fraternal muy marcada entre sus miembros, a pesar de las diferencias de pensamientos y posturas ideológicas, políticas y filosóficas que podamos tener. Lo que prevalece en todo caso es la unión y la solidaridad entre nosotros, que nos permite seguir mostrándole a la ciudadanía en general lo rico de nuestra cultura”, comenta Graciela Yessín, presidente de la institución.
En ese sentido, la también secretaria general de la Federación de Entidades Argentino Arabes de la Provincia de Córdoba destaca las actividades llevadas a cabo durante el año, como la Semana Arabe (que incluye distintas muestras culturales y gastronómicas) y la participación en la Fiesta de las Colectividades, exhibiciones fotográficas y conferencias.
Aprovechando el encuentro, EL DIARIO consultó a los referentes de la Sociedad Sirio Libanesa sobre el contexto mundial actual, protagonizado en las últimas décadas por las guerras en Medio Oriente y los atentados terroristas. Una situación muy compleja que ha llevado a una especie de sentimiento antiárabe en algunos sectores de las sociedades occidentales, en una reacción acaso fogueada desde los grandes grupos de poder de influencia planetaria.
“Lo que ocurre es que hay una clara manipulación semántica por parte de las grandes potencias globales en ese sentido. Son ellos los que intentan explicitar un vínculo entre los actos terroristas aislados que perpetran radicales o fanáticos religiosos y la comunidad árabe en general y es más que obvio que eso no tiene ningún asidero. Existe una estigmatización muy injusta de los pueblos de Medio Oriente, que claramente han demostrado su anhelo de paz y unidad. El enemigo no es la otra cultura, el otro credo. El enemigo es la guerra, el hambre, la injusticia, el terror”, opina Rubén Rüedi, secretario de Prensa del organismo local.
A renglón seguido, el historiador enfatiza en las diferencias que existen entre los “verdaderos terroristas” y lo que “las potencias definen como terroristas”: “Es importante separar lo que es el terrorismo per se y lo que ellos llaman ‘terrorismo’. Porque la defensa del pueblo ante las invasiones, los enfrentamientos que ocurren en Siria, en Libia, en Irak, en Palestina y en tantos otros países no son actos extremistas, son actos de defensa de la soberanía. Con esa lógica que las potencias inculcan, los ciudadanos de Buenos Aires que le tiraban agua hirviendo a los ingleses eran terroristas. ¿Entonces qué pretenden? ¿Que la gente de Medio Oriente vea cómo los atacan a causa de intereses económicos evidentes, el petróleo por caso, y no hagan nada? ¿Que no defiendan a sus hijos, a sus mujeres, a sus ancianos, a su pueblo?”, se pregunta Rüedi.