Algo ha cambiado en la escena del rock villamariense en los últimos 15 años. La cantidad de bandas y solistas se multiplicó notablemente y también mejoró de forma considerable la calidad de sus trabajos, lo que se explica en parte gracias a la influencia que ha tenido la carrera de composición musical de la Universidad Nacional de Villa María. Aunque al mismo tiempo, vaya paradoja, el mapa de los lugares para tocar disminuyó mucho su tamaño.
Lejos quedaron las épocas en que decenas de bares de la ciudad servían de anfitriones cada fin de semana a agrupaciones de todos los estilos y abolengos. Entusiasmo y espíritu en ebullición, que varios recuerdan con nostalgia y más de una sonrisa. Entonces, y teniendo en cuenta estos nuevos paradigmas, surge una pregunta, ¿es positiva la realidad del rock de Villa María en la actualidad? Al respecto opinan músicos locales.
“Yo creo que en ese sentido Villa María está muy bien. Hay una enorme cantidad de grupos que han surgido en los últimos años, varios con integrantes sumamente talentosos. El semillero es bastante grande, con buenas ideas, y eso ya habla de la movida que existe”, comentó Darío Vasconi, un referente del ambiente local. A renglón seguido, el baterista de “Motorblues” y “Sopló el Fantasma” destacó la aptitud de los músicos que van surgiendo y el trabajo creativo que desempeñan.
Similar es la mirada de César Toderi, bajista de “El Duende Nogord” y “Separados por Varias Cuadras”: “Actualmente Villa María tiene una calidad de músicos muy buena. Uno lo puede ver en las producciones, en los detalles de los temas, en la composición. Se ha evolucionado mucho con respecto a lo que ocurría a finales de los 90. Antes nos subíamos al escenario haciendo más uso de las ganas y la pasión que otra cosa. Hoy hay más estudio, más conocimiento y eso se nota”.
Escasez de escenarios
Además, Toderi subrayó cómo se ha reducido la lista de sitios para actuar, diciendo que “hace 15 años atrás tenías un montón de bares donde poder tocar. Era cuestión de arreglar con el dueño, subir los equipos al auto y armar un mini-recital de la nada. Hoy es todo más burocrático y complicado y hay muy pocos espacios que le abren las puertas al rock”.
Las palabras del ex-“Pixel” resuenan en función a una oferta apenas coloreada por conciertos esporádicos en emprendimientos como “Mundo” y “Polaroid” (en Villa María) y “Me Matan Limón” y “Limó” (en Villa Nueva). “El problema tiene dos explicaciones: público que no acompaña y dueños de locales que no apuestan por incentivar el movimiento”, consideró.
A tal contexto, hay que agregarle el hecho de que varias de las bandas que se presentan en vivo no son de raigambre rockera, sino conjuntos decididamente influenciados por otros movimientos, como el pop o la electrónica.
“Igual está todo bien, no tengo problemas con ese particular. Por más que yo simpatice con un rock más puro, respeto el estilo de cada banda. Calculo que es parte de la evolución y de los cambios, amén de que a uno le guste o no”, apuntó Vasconi.
“Lo que no me agrada es cuando esos cambios, o esas tendencias, vienen de afuera, de Buenos Aires, por ejemplo. Estaría buenísimo que si hay variaciones, que sean nuestras, que las adoptemos de forma independiente, sin estar pendientes de las corrientes ajenas”, agregó.
Consultado sobre si nuestra ciudad ha perdido su “Mística rockera”, Vasconi dudó: “No sé. Quizás un poco sí. Pero convengamos que Villa María nunca fue rockera. Siempre fuimos un grupo muy reducido de la sociedad el que siguió a este movimiento”.
Más explícito resulta Toderi afirmando que “sí, se ha perdido un poco esa filosofía. Verdad es que antes había mayor espíritu rockero, que estaba un poco emparentado con la rebeldía, con aquello de contra cultura, de anti establishment. Pero supongo que es un tema generacional, en todas partes pasa lo mismo”.
