Eduardo Requena, Teodoro Rüedi, María Elena Vila, Eduardo Valverde, Noemí Franciscetti, Elda Franciscetti, Juan Ledesma, Marta Ledesma, María Sosa, Aldo Enrique Apfelbaum, Ester Felipe de Mónaco, Luis Mónaco, José Sorzana, María Badano, Alberto Garbiglia, Miguel Arias, Víctor Pacciaretti. A cada uno de los nombres de los que perdieron la vida luchando por una sociedad mejor, se sumó el grito ¡Presente! Presente en el recuerdo y en la lucha que continúa. El Reloj de Sol fue testigo, una vez más, del reclamo de verdad y justicia. A la vera del lago, las voces se elevaron para rendir homenaje a quienes fueron “compañeros y amigos” que la dictadura se llevó.
Caída la tarde, del 24 de marzo, los representantes de distintas organizaciones llegaron al emblemático lugar de la costanera para demostrar que la memoria está viva y que las banderas y las utopías que dejaron los desaparecidos no han sido arriadas.
Las estrofas del Himno, los cánticos pidiendo cárcel común para los genocidas, las banderas y un documento exigiendo al poder político y al judicial que “dejen las discusiones banales e irrelevantes y arbitren las medidas conducentes a lograr rápidamente la condena de los genocidas”, marcaron la tarde de marzo, treinta y tres años después del golpe militar que sembró terror y dolor en la sociedad argentina.
Familiares y amigos de las víctimas, estudiantes, sindicalistas, dirigentes sociales y representantes de diversos partidos políticos se concentraron (pasadas las 18.30) en plaza Centenario. De allí, partieron marchando rumbo a la ribera del Ctalamochita.
“Asumimos un fuerte compromiso, juramentado ante la memoria de nuestros muertos y desaparecidos, de trabajar por la democracia, por la dignificación, reconociendo todos sus derechos y nos obligamos a modificar o transformar todo aquello que dificulte alcanzar esa meta”. Los conceptos salieron del alto parlante recorriendo las calles de la Villa en el marco de la movilización. “Ellos ofrecieron sus vidas para cambiar el mundo, un mundo en el cual las personas se despersonalizaron...”. “Murieron para que se terminara la pobreza, la impunidad, la corrupción y se estableciera una sociedad con conciencia de iguales en la diversidad”
Acompañando las palabras del joven estudiante locutor, los carteles de las organizaciones, el pedido por Julio López, “No al hambre”, Verdad real y justicia para todos. Memoria, resistencia, sentimientos marchando en pos de los sueños de las miles de vidas inmoladas.
“La sociedad espera que se trabaje con honestidad en un tema tan sensible, porque no sólo están los crímenes impunes de la dictadura, sino también todos los que se han dado dentro del período democrático. En especial en Villa María, en donde la Justicia también tiene los ojos vendados y no avanza en hechos cometidos hace 20 años y el atentado reciente que sigue sin esclarecese (por el caso Roganti)”. Allí, en el Reloj de Sol, marcado por el espíritu de los desaparecidos, moldeado con el alma de la resistencia y la utopía, allí se hizo memoria. “No para quedarnos en el pasado, sino una memoria que ilumine el presente, para cambiarlo y generar nuevas posibilidades de vida, en la que los derechos humanos sean el marco de toda construcción democrática”.
Allí, los treinta mil desaparecidos y sus banderas estuvieron “presentes”.