¡Manseros... 

Manseros!

 

En la noche del viernes Los Manseros Santiagueños actuaron en el Festival Internacional de Peñas de Villa María. 

Fue tan impresionante la acogida del público y tan emocionante su presencia, que nos hizo recordar a todos los presentes el núcleo fundacional del Festival: Las Peñas. El folclore, nuestro folclore.

No es que esté en desacuerdo con la nueva estructura del Festival, creo que iba declinando con solo folclore y que se barajaron en su momento las posibilidades para que mutando se sostuviera económicamente y que continuara como encuentro festivalero.

Pero vuelvo a Los Manseros. 

Tocaron, fueron agasajados por la Intendencia y los cortaron. 

Fueron cuatro o cinco temas, y cuando venía la parte de “otra, otra”, les dejaron tocar una a regañadientes y prácticamente los echaron. 

Ahí nomás empezaron a sacar los micrófonos para armar para el grupo siguiente.

¡Era increíble! El público todo (¡pero todo!) parado pidiendo por Los Manseros y nos los dejaban volver. 

Cacho Buenaventura (también desorientado), leía los carteles de la gente y largaba algún que otro chiste ante la silbatina popular. 

Poco antes con un artista internacional, y ante una situación similar el “Gringo” Borsatto había expresado que no había más tiempo pero... “El público es el soberano” así que el artista siguió un buen rato más. 

Pero se veía a las claras que este concepto era aplicable sólo para algunos. 

Los Manseros de cuando en cuando se asomaban y saludaban con evidente deseo de seguir tocando ante el fervor manifestado.

La situación se les fue de las manos, porque el público no dejaba de clamar (ese es el término) por Los Manseros Santiagueños. 

Como para salvar la situación y ante los equipos listos del grupo que seguía alguien de la conducción propuso que cantaran a capela.

¡¡¡Y lo hicieron!!!

Pero esto no apaciguó al “soberano” ( al decir de Borsatto) que seguía al unísono con su Manseroooos, Manseroooos.

Preguntas: 

¿Por qué una actitud tan distinta para unos y otros artistas?

¿Por qué no respetar a estos grandes en lo suyo y en edad como a cualquier otro artista?

¿Por qué no respetar al público que sólo quería un bis?

¿Por qué complicarles a Los Tekis (que venían después) sus fantásticas actuaciones teniendo que lidiar con un público que por lo menos en principio resultó difícil de remar y hasta adverso? 

No sé las respuestas, supongo que las puede dar la organización.

Sí sé lo que sentí: los trataron como viejos. Pero no como los viejos que ellos son: historia, cultura, patrimonio.

Hablo del trato que tienen muchos que desde el prejuicio tratan a los más grandes como si se hubiesen vuelto tontos, incapaces de decir algo que valga la pena. 

Incapaces de decidir, entonces se decide por ellos y se les apaga la luz.

 

Graciela Altamirano

DNI: 11.099.327

 

 

 

Sobre la degradación institucional

 

El nivel de degradación institucional en que ha caído la Argentina puede ser observado, a partir de la muerte del fiscal de la Nación Alberto Nisman, en su más cruda dimensión.

Sin entrar en consideraciones sobre la investigación judicial en proceso ni tampoco en las derivaciones de la denuncia que efectuara pocos días antes en el marco de su investigación sobre el atentado de la AMIA, este hecho de gravedad inusitada desnuda la pauperización de las instituciones de la vida republicana, entre ellas la de la propia investidura presidencial.

La generalizada sospecha en la opinión pública de que será difícil -si no imposible- encontrar la verdad sobre la muerte del fiscal reabre el debate sobre el sistema de toma de decisiones del actual gobierno, en cuya responsabilidad recae la seguridad e integridad de la ciudadanía.

Tampoco ayuda que las más altas autoridades echen a rodar livianamente sus teorías de complot para victimizarse, como ha sucedido durante toda la última década cada vez que se han organizado manifestaciones sectoriales para expresar disidencias; cuando algún dirigente que acompañaba durante una etapa tomaba distancia, en fechas cercanas a elecciones o cuando la sociedad le reclama explicaciones a su errada o inexistente toma de decisiones económicas, políticas o sociales. A esta altura, constituye una estrategia previsible por lo reiterativa, pero no menos dañina.

De acuerdo con la opinión de algunos politólogos, existe una relación directa entre ver conspiraciones en todos lados y el grado de retroceso de la calidad democrática: es el recurso más fácil de chantaje político al opositor; y como las palabras “complot” y “desestabilización” tienen para cualquier argentino connotaciones vinculadas con actos de fuerza contra el orden institucional y el sistema democrático, su uso discursivo provoca conmoción, inestabilidad e incertidumbre en la población.

Estamos siendo observados con perplejidad por el mundo entero. Y nuevamente por hechos que nos provocan un enorme dolor y desamparo. Semejante desasosiego sobre nuestro presente y nuestro futuro sólo puede ser remediado con más y mejor democracia; y no menos, como hemos visto estos últimos días.

 

Carlos Brown

Presidente del Movimiento Productivo Argentino