Fanny Bustos tiene 37 años y desde el primer día de febrero es agente sanitaria del municipio.

Así, recorre los hogares de distintos barrios de Villa María para relevar la situación de salud de sus residentes.

Para ella es un doble logro: consiguió hacer lo que le gusta y a la vez se desprendió completamente “del lugar adonde siempre nos pusieron a las personas trans”.

Los últimos años fueron de reivindicación personal para ella, que supo de discriminación y puertas que se cerraban. Con la Ley de Identidad de Género plasmó en el DNI el nombre con el que siempre se identificó.

Ahora el Estado local le dio una gran oportunidad, que motivó su salida de la Cooperativa 7 de Febrero. A través de esa entidad de economía social, Fanny trabajaba en el cementerio La Piedad. Acaba de renunciar. “Quiero agradecerle por todo a Marcela Durán, su presidenta, que me dijo que podía volver cuando quisiera”.

Dejó precisamente para insertarse en su nuevo rol de agente sanitaria, junto a otras “10 ó 15 personas”.

“El año pasado hice un par de cursos respecto a la salud y salí con muy buen promedio. Quiero subir peldaño a peldaño, ir recuperando espacios y perfeccionándome”, confesó Bustos al ser entrevistada por EL DIARIO en una carpa del Consejo Municipal de la Salud.

“Me gusta, aproveché esta oportunidad que me dio Mildren del Sueldo (coordinadora de esa área del Gobierno) para ser un enlace entre el pueblo y la Municipalidad”, agregó.

De esta forma, va casa por casa y habla con la gente. “Tengo que recorrer los barrios periféricos y todo lo que me cuenten en los hogares voy a informarlo en el municipio. Es importante sobre todo para aquellos habitantes que no pueden moverse de sus casas”.

Por estos días camina las calles de los barrios villamarienses Nicolás Avellaneda, San Nicolás o el San Martín. 

“Hay personas que no pueden ir hasta el centro de salud. Yo veo todo lo que les hace falta y si no pueden moverse, yo misma les llevaré a la casa lo que requieran”, aseguró.

“Para mí es muy significativo poder hacer esto, porque hace 30 años que estoy dormida, por no tener identidad, por una cosa o por la otra. Esto es groso, muy lindo”, recalcó.

Actualmente también estudia, ya que quiere alcanzar el título del Nivel Medio, el que no había podido obtener por la discriminación que sufre el colectivo al que pertenece. También hace cursos de enfermería y prevé profesionalizarse en Córdoba en el ámbito de salud.

“Renuncié a la cooperativa porque tenía esta opción y no la iba a dejar pasar. Nunca me imaginé este espacio, valoro mucho, mucho, esta oportunidad, sobre todo para las personas trans a las que siempre se nos instigó a estar en un lado, encasilladas”, expresó.

Ese encasillamiento en el que “nunca quise estar”.

“La sociedad ha reaccionado lo más bien, les encanta que les explique todo. No están acostumbrados, pero les encanta”, afirmó.