Ayer se realizó la primera feria del año de Pueblo Mampa, la organización naturista y ecologista de nuestra ciudad, en la sede de Manuel Ocampo 862 de barrio Sarmiento.
En el garaje de la morada, donde vive uno de sus 10 integrantes activos, Leandro Menaldi, se exhibieron a la venta distintos productos agroecológicos, recolectados por la organización en su propio campo o solicitados a distintas redes orgánicas del país.
Allí se podían adquirir aceites de girasol prensados en frío llegados de Buenos Aires, soja natural no transgénica de Santa Fe, azúcar mascabo (pura de caña) y yerba orgánica de Misiones o café y harina de algarroba, la nueva incorporación de Pueblo Mampa a su variada oferta alimentaria.
Como dato de color, en un escaparate hasta se podía encontrar “copas menstruales”, una suerte de reemplazo reutilizable, ecológico y saludable del famoso tampón, importado de España.
Todo lo elaborado por la entidad local proviene de un terreno de 50 hectáreas -mayoritariamente de monte- que la estancia de Yucat (Villa Fiusa), mediante el aval del padre Carlos, le ha cedido a través de un convenio. En ese espacio también se ha erigido una pequeña escuela con enseñanza alternativa para niños a la vez que se desarrollan actividades relacionadas a la permacultura y a la bioconstrucción.
Comercio justo
“Algunos de nuestros clientes conocen nuestro campo, lo han visitado y han participado de nuestras actividades, por eso muchas veces creamos con ellos un vínculo de confianza, alegría y amistad”, señaló Leandro. Según estima, son aproximadamente 150 consumidores de Villa María o Villa Nueva que desde 2014 (año en que se formó la entidad) asisten a las ferias o acuden a los almacenes de productos que cada integrante de Pueblo Mampa tiene en su domicilio.
A la entrada de la feria se puede leer un cartel que proclama los principios de la agroecología, en especial donde se remarca “el comercio justo, igualitario y realista”. “Queremos cultivar una relación directa entre el consumidor y el productor, sin demasiados intermediarios. En el comercio tradicional, el mercado y el verdulero le sacan mucha tajada respecto a lo que le pagan al quintero, quien además, presionado por esa cadena de venta le mete químicos a sus productos para que se conserven”, reflexionó.
Con el mismo tenor subrayó: “Nos hacen creer que vivimos en la escasez de recursos y la verdad es todo lo contrario. La naturaleza es abundante, sólo que hay que saber cuidarla y aprovecharla. Pensá que con una sola semilla de zapallo podés tener una planta que da frutos para todo el año”.
Por una feria franca
Consultado sobre la relación de la entidad con la faz estatal indicó: “Con el INTA y la UNVM nos llevamos bárbaro. Con la Municipalidad hemos hablado, pero no hicimos acuerdo. Ellos quieren que produzcamos a gran escala y no es nuestra intención. Lo que estaría bueno es que se arme como ferias francas donde se puedan exhibir productos frescos y no tengan tantas restricciones para trabajar”, añadió.