Escribe: Dr. Fernando Beltramone
Especialista en ginecología y obstetricia
La sexualidad es una parte importante de la salud, teniendo una marcada incidencia no sólo en el aspecto físico sino también emocional y relacional de la persona. Es decir que una buena salud sexual tiene implicancias mucho mayores a las que pensamos, afectando al individuo en prácticamente todos los planos de su personalidad y su forma de desenvolverse.
Está comprobado que las relaciones sexuales periódicas influyen positivamente en el estado de ánimo, e inclusive en funciones corporales orgánicas.
El tema es tan importante que en los últimos años ha dejado de ser tabú en la sociedad. De hecho, hemos entendido que hablar de sexualidad es bueno, y que ejercer esta sexualidad de manera saludable tendrá consecuencias muy positivas en la persona, influyendo en la pareja y en la familia en su conjunto.
Pero, pese a la importancia de una buena sexualidad, surgen desde el aspecto médico diversas afecciones femeninas que pueden influir negativamente en el disfrute sexual, lo cual en ocasiones puede interferir en la sensación de bienestar de la pareja.
Las afecciones más habituales
A continuación mencionaremos las afecciones más habituales que pueden intervenir en la vida sexual.
Vaginitis
Las vaginitis son infecciones relativamente frecuentes; de hecho, virtualmente toda mujer la ha sufrido en alguna ocasión. Consisten en un cambio en la flora vaginal normal, sea por simple cambio en la población bacteriana o por contagio, pudiendo prevalecer la colonización de hongos, bacterias o parásitos.
De todos los tipos de vaginitis, la micosis (causada por hongos), es la más sintomática, generando gran flujo vaginal e inflamación de las mucosas, lo cual produce ardor y dolor durante el coito.
Otro tipo de vaginitis es la “trichomoniasis”. Esta es causada por parásitos, ocasionando flujo claramente desagradable. También genera síntomas similares a la anterior, con dolor pelviano ocasional extra.
La vaginosis bacteriana, causada por la bacteria gardnerella, genera flujo abundante con mal olor, pero no suele producir molestias significativas.
Las “cervicitis”, otro tipo de vaginitis, es generada por ureaplasma, mycoplasma y chlamydias (bacterias). A diferencia de las anteriores, éstas no suelen causar síntomas y por ello pueden durar mucho tiempo, llevando a consecuencias de mayor envergadura tales como infertilidad por daño en las trompas.
Miomas
Los miomas (o fibromas) uterinos, son tumores benignos del útero que, según su ubicación y tamaño, pueden o no causar síntomas. Es una patología muy frecuente en la mujer, y suele asociarse con sangrado uterino más copioso
Cuando los miomas son grandes, o están cerca del cuello del útero, dan la sensación de peso o de ocupación en la vagina, lo cual interfiere a menudo con la penetración normal. El movimiento del útero puede despertar dolor.
No es una patología que precise cirugía siempre. Sólo se operan los miomas que producen síntomas de importancia, o que muestran crecimiento sostenido. Lo que sí es claro es que ninguna medicación cura o soluciona la miomatosis. La conducta es: o expectante o quirúrgica. La aparición del DIU con progesterona ha evitado la cirugía, con control exitoso en muchos casos.
Adherencias
Las adherencias entre útero, ovarios y trompas con los órganos vecinos, pueden existir como consecuencia de cirugías previas y la fibrosis cicatricial que esto conlleva. También puede darse en forma espontánea luego de infecciones en las trompas o endometriosis.
Normalmente el útero tiene que tener una libre movilidad y, si este órgano está fijo, la movilización durante la penetración profunda suele despertar dolor -a veces muy intenso- que puede ocasionar la interrupción del acto sexual.
Endometriosis
La endometriosis es una patología de relativa frecuencia en la mujer, con un componente de riesgo hereditario. Consiste en presencia de endometrio (que debe estar sólo como la piel del interior del útero), fuera del útero. Este se suele alojar en ovarios, cerca de las trompas, y del recto.
A veces tienen forma de implantes pequeños y, otras veces, forma de quistes ováricos (llamados “quistes chocolate”). Pueden generar adherencias a órganos vecinos, a menudo firmes, que ocasionan dolor.
El dolor no suele tener correlación con la severidad de la patología. Cuando realizamos videolaparoscopía en pacientes de quienes sospechamos que presentan endometriosis, a menudo encontramos pequeñas lesiones en pacientes que tienen dolor incapacitante. Por el contrario, otras mujeres con pelvis completamente bloqueada pueden presentar muy poco o nada de dolor.
El dolor parece estar correlacionado con la medida de invasión a los nervios locales, que causa la endometriosis. Siempre que una paciente refiere dolor pelviano espontáneo o inducido, o empeorado por las relaciones sexuales, pensamos en esta posibilidad.
Vaginismo
Por último, el vaginismo es una contracción involuntaria de los músculos perineales (de la entrada vaginal), que suele estar ocasionada por condicionamientos psicológicos o culturales en quien lo sufre.
El vaginismo puede surgir como consecuencia de una situación de violencia sexual previa, o situaciones de mucha vergüenza con respecto a la sexualidad de la paciente, que inconscientemente condiciona su relajación durante la penetración en relaciones futuras. En otros casos, puede deberse a razones de índole religiosa o cultural que las inhibe.
Quienes sufren de vaginismo sienten gran dolor al inicio de la penetración, con sensación de que la misma es dificultosa y que les genera un gran esfuerzo, en ocasiones, o las hace pensar que la misma no es posible, en otras.
Lo cierto es que ante una paciente que presente estos síntomas, primero es importante descartar que existan alteraciones anatómicas vaginales reales antes de arribar a este diagnóstico. El verdadero vaginismo suele responder muy bien a la psicoterapia, con muy buenos resultados a largo plazo.
La importancia de los controles
Debemos destacar que todas estas afecciones pueden diagnosticarse y tratarse adecuadamente si se realizan los controles y estudios habituales.
Si bien estamos hablando de patologías y no de “vida sexual”, existe una relación directa entre ambas; por ello la mejor forma de vivir una vida sexual en plenitud es comenzando por la detección de cualquier irregularidad que pueda haber en términos físicos.
Por varias razones es necesaria la consulta periódica al ginecólogo (una vez al año). No sólo es importante realizarse el PAP, sino que también el control debe abarcar todos estos aspectos de la mujer.