Escribe

Eduardo Bonoris (*)

“Que gente que sabe cosas,
la gente de este albardón,
que gente que sabe cosas,
pero cosas que no son.”
(Leonardo Castellani)


El miércoles fue Eduardo Buzzi (FAA) al salir de la reunión con el Gobierno, dos días después fue Mario Llambías (CRA), y finalmente, el lunes por la noche, Javier Ordoqui (también de CRA), expresando por qué sí a la soja y no a la pesca, al juego y a la minería. Estas manifestaciones públicas merecen una consideración especial en estos momentos tan graves para la vida y pacificación de la República.
Varias son las razones para rechazar de plano esta agresión gratuita a un sector tan caro para todos los marplatenses como lo es la pesca...
La primera, porque ellos declaran defender a las economías regionales, y la pesca lo es, y de manera muy particular para nosotros, que contamos con el primer puerto pesquero de la Argentina. Querer comparar un recurso renovable con la minería y el juego, y ponerlo al mismo nivel, es realmente alarmante.
La segunda es que no se entiende como cuando ellos reclaman diálogo, salen a querer producir enfrentamiento en un país que ya está harto de ellos. Todos comprenden la lucha de los productores rurales y Mar del Plata los ha apoyado en cada uno de sus reclamos, pero de ninguna manera puede aceptarse una agresión tan reiterada como falaz.
En tercer lugar, señores, no se puede hablar desde la ignorancia, porque ésta no conduce sino a más ignorancia.
Juan Pablo II decía -y con razón- que el peor enemigo del hombre es la ignorancia y estamos comprobando lo real de tal afirmación, y mucho menos cuando se pretender pontificar sobre una actividad que por las expresiones que vierten es absolutamente desconocida.
Señores del campo: la pesca es alimento, al igual que los que ustedes producen. Pero a diferencia de ustedes, se exporta con un agregado de manufactura muy importante, en espacios que no son silos sino verdaderos laboratorios donde se le agrega valor. Debe conservarse en cámaras de frío de altísimo costo, mientras ustedes sólo tapan su producción con bolsas tiradas en el campo, sin costo ninguno.
Deberían saber, y así cubrir su ignorancia, que ustedes, con 100 litros de gasoil y un salario de peón, aran su campo. Mientras que un buque, antes de zarpar, necesita entre 25 mil y 600 mil litros de gasoil, y entre 7.000 y 24 mil de lubricantes, según su eslora.
Deberían saber que alistar un buque cuesta mucho dinero, cargar alimentos para toda una tripulación, hielo, cajones, cartones, redes que se rompen permanentemente y adelanto de haberes, porque sus esposas quedan solas con la familia en tierra, todo eso antes de partir y sin saber, a ciencia cierta, cuál será el resultado de la campaña, sin contar roturas, inclemencias -cuando no tempestades- etcétera.
Los salarios de la gente que trabaja en las plantas bajo estrictas reglas internacionales de salubridad, el frío, los envases, contenedores el transporte a puerto, hablan por si solo de lo que significa una actividad extractiva como la pesca, riqueza que debe ser cuidadosamente tratada para que se conserve como renovable.
No se puede hablar de lo que no se conoce. Pero además diré que nada expresan respecto del verdadero flagelo, que es la usura, de la cual han sido víctimas gran parte de los pequeños y medianos productores de la provincia de Buenos Aires.
Hay que hablar de los pooles de siembra (¿no es demasiado el 30% para cinco meses de cosecha?), que remplazaron a los bancos que deberían ser promotores del desarrollo armónico del país.
De eso no hablan
Finalmente, decimos que la actividad pesquera colonizó y reactivó todos los puertos del sur argentino, mientras ustedes venden sus campos al mejor postor, incluidas reservas valiosísimas de agua.
La pesca trabaja y da empleos en el país a más de 75 mil obreros en forma directa y a más de 70 mil en forma indirecta; ejerce la total soberanía en el mar Argentino, impidiendo con su presencia la incursión de naves furtivas y depredadoras de nuestra riqueza ictícola en la milla 200 (370 kilómetros en el mar).
Estos “señores” deberían conocer que la pesca tributa por las exportaciones sobre sus productos con alto valor agregado.
No se puede hablar -cargando dos o tres peones- de lo que no se conoce, cuando los empresarios de la pesca cargan sobre sus hombros a mil familias y en conjunto representan el 30% del producto bruto de Mar del Plata.
La ignorancia es
mala consejera
La pesca está soportando la caída de las exportaciones por la crisis mundial. Es competitiva en el mundo, pues en el sur las empresas extranjeras -líderes en el universo- están liquidando sus instalaciones; las empresas argentinas, como pueden, están capeando la crisis.
Al menos exigen reciprocidad, y si eso no es posible por lo menos respeto a un actividad tan importante para Mar del Plata.

(*) Abogado villamariense radicado en Mar del Plata y ex profesor adjunto de
Derecho de la Navegación de la Universidad Nacional de aquella ciudad