Nadie podrá olvidar la madrugada en la que el agua invadió la privacidad de sus hogares. Los recuerdos están tan frescos que los ceños se fruncen como si aquellos días aún dolieran al repasarlos. Es que las consecuencias de las inundaciones todavía se palpan y hacen que el año que pasó se aprecie apenas como un puñado de semanas.
“Recuerdo que fue catastrófico, la angustia queda para siempre porque ahora pensás a cada rato que puede volver a pasar”. Son las sensaciones de Norma Poncio, presidenta del Centro Vecinal de Villa Oeste, cuya casa llevaba 22 años en el barrio “viendo como todas las crecientes quedaban en el patio”.
El barrio villanovense fue el primero en alertarse por la presencia del agua y el que lo sufrió dos veces. “Yo dejé mi casa el 18, no me evacué la madrugada en que lo hicieron todos porque tomé la precaución de irme de un vecino al ver que el agua ya estaba en el jardín”, agregó Antonia Giampiccolo, quien describió que tiene una imagen que no podrá borrar jamás: “Cuando el agua tocó la puerta. Esa imagen la tengo muy grabada porque en menos de cinco minutos toda la casa se cubrió de dos centímetros de agua”.
Una semana después de que Villa Oeste sufriera las primeras consecuencias de la creciente, le tocó también a Villa María. Fue el 27 a la madrugada, cuando la sirena de los bomberos despertó a Vista Verde a las 4 de la mañana. Así lo recordó Daniel Pedraza: “Vino un bombero esa noche y me dijo que podía quedarme en mi casa. Me acosté sin agua y a las 4 bajé las escaleras y tenía el agua hasta las rodillas”.
Las consecuencias materiales fueron enormes para cientos de vecinos de ambas Villas, pero quizás el sentido de vulnerabilidad ante los caprichos de la naturaleza es la peor secuela. “Es un daño que te queda grabado en la mente; estamos a un año y la sensibilidad al ver el río está, estás permanentemente mirando cómo está el tiempo en las sierras, qué nivel tiene el dique y cada lluvia te recuerda que el agua te sacó de tu casa y te manejaste con una canoa”, menciona al respecto Daniel Tibaldi, de Vista Verde, quien evita definir el hecho como una catástrofe, “pero hizo mucho daño”.
Para Antonia, “las consecuencias existen hasta el día de hoy” y lo dice más allá de haber tenido que tirar muebles o haber perdido el 90% de sus libros. La abogada confiesa que a seis meses de haber tenido 80 centímetros de agua en su hogar, “empecé a darme cuenta de el miedo que le tenía a las tormentas o cuando empezaba a llover un poco me alarmaba más de lo normal hasta que me di cuenta que estaba bajo estrés postraumático”.
De lo malo se sacan cosas buenas cuando se intenta aprender de lo sucedido. En Villa Oeste, por ejemplo, “esto unió mucho más a los vecinos”, dijo Norma, quien aseguró que tienen una comunicación permanente en un grupo de Facebook “para avisarnos cada vez que pasa algo”.
Hay una especie de rencor guardado en cada uno de ellos cuando repasan lo vivido y perdido en esas jornadas, sobre todo, considerando el buen manejo del dique que se está haciendo actualmente para que el río solo haya crecido y no desbordado.
“Claro que se podría haber evitado, pero el dique Piedras Moras dejó de ser nivelador para ser un dique lleno de agua para el turismo y la falta de información hizo que nos enterásemos cuando ya teníamos el agua adentro”, se quejó Norma.
Algo similar opina Tibaldi, quien rememora que “en un principio, creíamos que la situación de desborde era netamente por la lluvia; después nos enteramos de que en ese momento en el dique había una fiesta, incluso con lanchas, y se mantenía al tope y lo que nunca entenderemos tampoco es cómo con los servicios meteorológicos tan precisos que hay hoy, no se haya previsto y ahora sí lo hicieron”.
Los vecinos de ambas ciudades aseguran, todos, que “hubo gente que la pasó peor”. Es que algunos estuvieron sin poder volver a sus hogares por lo menos durante los cinco meses posteriores a haberlos dejado y otros se fueron e intentaron vender o alquilar, aunque no fue fácil, aseguran.
El relato de cada uno intentando salvar sus cosas, valorando lo material desde el punto de vista del valor sentimental que tenían, estremece. Igual que el valor y la voluntad que tuvieron que tener para reconstruir y arreglar sus hogares.
Las cosas materiales no tenIan para mI valor económico, sino afectivo. me daba cuenta de la importancia que tenIan esas cosas en las que tenemos grabada nuestra historia porque un mueble puede tener el recuerdo de cómo llegó a tu vida, lo que tenIa adentro guardado, cada cosa tenIa su valor
sentimental”.
Antonia Giampiccolo
Esta lloviendo exactamente lo mismo y el rIo viene inundado, pero no desbordado, que no es lo mismo. no sabemos por que no hicieron eso antes DE que desbordara. A nosotros, TRES o CUATRO centImetros
nos significaba mucho”.
Daniel Tibaldi
En primera persona
La escritora y narradora local Alicia Perrig escribió un texto cargado de impotencia durante la madrugada del 1 de marzo de 2014.
Un fragmento del mismo reproducimos a continuación:
“Vista Verde, mi barrio, está bajo el agua. Mi casa está bajo el agua. El agua, ese monstruo indomable se está llevando nuestras vidas de a poquito. ¿Cuánto subió? 15 centímetros. ¿Baja? No. ¡Parece que sube! Sí. ¿Baja? No. Dicen que el pico ya pasó. ¿Baja? No. Dicen que rompieron la ruta para desagotar por allá. ¿Baja? No. El diario dice que esta noche baja. ¿Baja? No. ¿Baja? NO. ¡¿BAJA?! ¡¡¡¡¡¡NOOOOOO!!!!!! Y la vida de uno está ahí, donde NO baja. Se perdió todo. Y cuando digo todo, es todo. Y no se trata sólo de la heladera, el lavarropas, la cocina, las mesas, las sillas, el modular, las mesas de luz, las puertas, la instalación eléctrica (como si todo eso fuera poco)... Se trata de mis libros, de cosas que escribí en papelitos porque vaya a saber en qué lugar tuve que escaparle al silencio. De los manuscritos originales, primer intento de cada uno de mis poemas, de las fotos de cuando era niña, adolescente, con la promo de 5°, con los amigos de la infancia, de cuando mi hija era chiquita, de cuando iba a la escuela con las trenzas como Laura Ingalls, del álbum de los 15, de ella y mío, de cuando nos casamos con René, cuando en este país ‘salió el divorcio’, los cientos de dibujitos, cartitas, pedacitos de su alma que me regalan los chicos cuando les cuento cuentos y.... y... y... La vida. Se la lleva el agua, de a poquito, como un monstruo insaciable. Siempre digo que la tristeza es un gusanito que te va comiendo por dentro, calladito, nadándote en las venas. Hoy sé que el agua es un monstruo, que te come la vida así, de puro hambre nomás. Hoy sé lo que es ‘irse con lo puesto’”.
Golpe inmobiliario
Las inundaciones provocaron un tambaleo inmobiliario en estos sectores que eran bien cotizados y muy requeridos.
Desde distintas inmobiliarias contaron que apenas después de lo ocurrido, “había inquilinos que se querían ir inmediatamente y propietarios que querían vender”.
“Hubo un movimiento importante, discusiones lógicas y en buenos términos entre inquilinos y propietarios por el tema de arreglos, propietarios que exigían que dejaran la casa en condiciones”, indicaron.
Los propios vecinos apuntaron que quienes tenían propiedades para alquilar, tuvieron que esperar bastante para poder volver a rentarlas.
“Tenía terrenos que salían 350 mil pesos por los cuales hoy nadie quiere pagar más de 200”, mencionó un vecino y propietario de una inmobiliaria de Vista Verde.
Hubo miedo, angustia y desesperación porque no nos daban respuestas”.
Norma Poncio
“Nos agarró preparados”
Cómo cada vez que la ciudad está en aprietos, el Cuerpo de Bomberos Voluntarios de Villa María cumplió un papel fundamental durante los siniestros que ocasionó el agua.
“A nosotros nos agarró preparados, incluso no requerimos colaboración de otras instituciones y nos autoabastecimos”, recordó Gustavo Nicola, jefe del cuerpo local, sobre aquellas jornadas de hace un año atrás.
“Nosotros ya teníamos una organización para qué hacer en este tipo de casos y por eso hicimos una base operativa interna en la carpa roja con generadores, comunicación y no hizo falta colaboración externa”, recalcó Nicola.
Los 120 integrantes del cuerpo de bomberos trabajaron a destajo para las evacuaciones. Nicola destacó que han realizado capacitaciones durante todo el año por lo que “estamos preparados y capacitados para responder ante situaciones futuras como ésta”.
Fotografías: 1) Así está actualmente el mismo sector, con un río crecido, pero no desbordado
2) El agua se adueñó de los hogares deteriorando todo a su paso
3) Las calles fueron ríos por donde sólo se podía transitar con canoas
4) Así está actualmente el mismo sector, con un río crecido, pero no desbordado