Tal como se preveía, el juicio a Miguel Angel Raimondo terminó en condena. Es que luego de la inesperada confesión que realizó durante la audiencia del jueves, admitiendo que había sometido sexualmente a la hija de su pareja, sólo restaba saber qué pena se le aplicaría.

Y en la víspera, a requerimiento de la Fiscalía y con acuerdo de la Defensa, la camarista Silvia Saslavsky de Camandone le impuso una condena de seis años de prisión de cumplimiento efectivo, tras declararlo autor penalmente responsable de “abuso sexual simple” y “abuso sexual con acceso carnal”.

Raimondo, de 41 años, llegó a juicio acusado por ambos delitos, pero en el caso del segundo, agravado por la presunta situación de convivencia entre víctima y victimario, por lo que de haber sido hallado culpable bajo esa calificación legal, le habría correspondido una pena mínima de ocho años.

 

Sin concubinato

 

Sin embargo, a lo largo del debate no se pudo probar fehacientemente que Raimondo y la madre de la menor hayan estado conviviendo, circunstancia que obligó al fiscal Francisco Márquez a tener que pedir el cambio de carátula cuando solicitó la pena finalmente impuesta.

Fue así que, durante su extenso alegato, el acusador público consideró plenamente probados los abusos cometidos por el acusado -sobre todo a partir de la confesión realizada el jueves-, aunque terminó pidiendo seis años de cárcel por entender que no se había logrado determinar de manera fehaciente que el operario riotercerense y la niña abusada (de 12 años al momento de los hechos) hayan vivido bajo el mismo techo durante los abusos, perpetrados en el primer semestre de 2013 en la casa de la novia de Raimondo, madre de la niña.

 

Qué dice la ley

 

Al respecto, el cuarto párrafo, inciso “f”, del artículo 119 del Código Penal de la Nación establece que “la pena será de ocho a 20 años de prisión si (...) el hecho fuere cometido contra un menor de 18 años, aprovechando la situación de convivencia preexistente con el mismo”.

Sin embargo, el tercer párrafo de la misma norma legal precisa que “la pena será de seis a 15 años de prisión cuando, mediando las circunstancias del primer párrafo, hubiere acceso carnal por cualquier vía”. Y el primer párrafo señala que “será reprimido con prisión (…) el que abusare sexualmente de persona de uno u otro sexo cuando ésta fuera menor de 13 años o cuando mediare violencia, amenaza, abuso coactivo o intimidatorio de una relación de dependencia, de autoridad, o de poder, o aprovechándose de que la víctima por cualquier causa no haya podido consentir libremente la acción”.

 

Los abusos, probados

 

En definitiva, el fiscal Márquez sostuvo que se había probado de manera clara y circunstanciada que Raimondo abusó sexualmente de la menor, sometiéndola tanto a manoseos impúdicos como accediéndola carnalmente, por lo que debía ser declarado culpable por todos los hechos.

Obviamente, la ausencia de antecedentes (se trata de un convicto primario) y la confesión prestada en la antevíspera, le permitieron acceder al mínimo de la condena, que muy probablemente deberá cumplir en su totalidad, por lo que estaría recuperando la libertad a mediados de julio de 2019, cuando complete los seis años de prisión.

 

La condicional

 

En principio, Raimondo podría obtener la “libertad condicional” en julio de 2017, cuando cumpla las dos terceras partes de la condena (cuatro de los seis años). Sin embargo, con la mayoría de los condenados por delitos sexuales la Justicia es mucho más estricta al momento de evaluar si están en condiciones de reinsertarse socialmente, más allá de que observen buena conducta durante el período de detención y aprueben una pericia psicológica.

Por lo general, a los abusadores no se les concede dicho beneficio y, a lo sumo, se les permite salir seis meses antes del cumplimiento total de la sanción (en este caso, en enero de 2019), gracias al instituto legal conocido como “libertad asistida”.