Escribe Jesús Chirino
Cuando, en 1952, se intervino la Biblioteca Bernardino Rivadavia y sus anexos, fueron cesanteados docentes, personal no docente y también alumnos. Entre estos últimos estaba Moisés Meik, especialista en Derecho del Trabajo, juez durante decenas de años, abogado, asesor sindical y docente en universidades nacionales y extranjeras en esa disciplina social, que actualmente vive en la Ciudad de Buenos Aires. Ante nuestro requerimiento, nos cuenta circunstancias de aquellos tiempos y cómo reaccionó políticamente Antonio Sobral luego del golpe del 55.
Los villamarienses cesanteados, en Córdoba
Dice: “Después de la huelga de alumnos, me echaron del colegio por ese motivo. Nos metieron presos y nos llevaron al Juzgado Federal de Bell Ville. Ibamos unos cinco a 10 alumnos, entre ellos Lucy Gavioli, creo que Diego Sobrino, padre, ya fallecido, Maggi, Coco Mirotti”. Todos cursaban el 4º año de la escuela de Nivel Medio. Al ser expulsados, comenzaron a prepararse para rendir en condición de libres, pero, comenta Meik, “poco antes de fin de año, tras salir la sentencia de sobreseimiento, se ordenó la reincorporación de los cesantes y, de ese modo, los que no queríamos pasar el año siguiente en la misma escuela decidimos rendir 5º año en condición de alumnos libres entre diciembre y marzo del 53. Ese año entramos en la Universidad de Córdoba con Mirotti, en tanto otros -como Ramiro Repetto y Diego Sobrino- cursaron el 5º año en la Escuela Nacional. Poco tiempo después nos volvimos a reunir todos como alumnos de Derecho, en Córdoba, fortaleciéndose una amistad intensa y fraternal que no cesó jamás”.
Algunos de esos estudiantes villamarienses -como el propio Meik, Maggi, Repetto y Sobrino- en 1954 comenzaron a militar en el ámbito universitario en la Agrupación de Estudiantes Reformistas (ADER), espacio que se diferenció de otros similares por carecer del carácter antiperonista que se hizo carne en amplios sectores políticos. Desde ADER no apoyaron el golpe del ´55 contra el Gobierno peronista. En el seno de esa agrupación coexistieron peronistas, frondicistas y jóvenes provenientes de sectores de izquierda. Meik recuerda que cada vez fueron “más críticos del golpismo del 55 y de la represión desatada...”, de manera habitual concurrían al local de la Confederación General del Trabajo (CGT) cordobesa de entonces, donde eran actores de peso Atilio López y Agustín Tosco. “Fue en esas circunstancias que nos enteramos de que Sobral iba a asumir la Dirección de un diario que había sido peronista y entonces estaba en dificultades, tanto económicas como políticas. A través del historiador Alfredo Terzaga (a quien le debo su influencia) se continuó ese periodismo, con parte de la redacción anterior entre ellos Terzaga, Gigena Parker y Cornejo. Gigena Parker, que fue secretario de redacción, escribió en su libro esa experiencia de Sobral en el periodismo”.
Aquellos villamarienses no sólo prosiguieron una profunda relación de amistad entre ellos, sino que se encauzaron en valores comunes: Repetto, como abogado laboralista y posterior juez de Trabajo; Sobrino, como el aguerrido abogado de causas laborales que anticipaban en varios decenios, desde Villa María, criterios renovadores en esa acción profesional militante en beneficio de los trabajadores; Mirotti, como abogado inspector de Trabajo, después docente universitario de Filosofía del Derecho; Lafforgue, uno de los ensayistas de la literatura latinoamericana y de nuestra historia contemporánea más lúcidos y profundos desde una perspectiva de avanzada, impulsor editorial del trascendente boom literario latinoamericano.
Como dijimos, los tres primeros militaron en ADER en la Universidad Nacional de Córdoba (UNC), organización que contó entre sus líderes a Silvio Mondazzi, quien fuera más adelante el candidato a gobernador por el partido que conjugaba en esa vertiente socialismo y nacionalismo, junto a Enea Spilimbergo, Ernesto Laclau y otros.
Orientación
El medio de prensa de Córdoba referido por Meik no es otro que el diario Orientación, una tribuna cordobesa de ideas nacionales. Acompañó a Sobral desde la Vicedirección del diario un escritor con sólida formación literaria y filosófica como era el caso de Roberto Bixio, yerno de Sobral, pues estaba casado con su hija Aracilde, que fue directora y profesora del Rivadavia. Meik ingresó al medio de prensa convocado por esas autoridades que, conociendo su militancia universitaria, le encargaron que sumara a compañeros de militancia. Es así que acercó a Raúl Faure (que luego llegaría a ser ministro en el Gobierno de Obregón Cano), Ravanelli y Fernández Villavicencio, entre otros, “Recuerdo la inmensa alegría de todos los así convocados por Sobral/Bixio, ya que era entrar a un diario que al poco tiempo ganó protagonismo por la resistencia al poder y su compromiso con los proscriptos y los trabajadores; era el sueño del pibe. Bixio me prodigó una amistad que me permitió conocer su sensibilidad y formación con una modestia increíble. Integraban la redacción, además, Antonio Seguí, el pintor que tuvo luego relevancia mundial, y Jaime Garzón Zapiola, fallecido recientemente en Francia”.
Paralelamente al trabajo en el diario, Terzaga fundó la revista política Discusión, adonde también llevó a trabajar a Meik, quien ahora dice que aquel tiempo “fue una etapa formativa decisiva. En el diario él era el columnista internacional que firmaba con seudónimo. Bixio me puso a su lado para discutir muchos de los proyectos cotidianos de editorial del diario. Otras veces lo hacía Sobral y se notaba esa autoría porque marcaba rumbos”.
El diario dirigido por Sobral fue objeto de persecución, incluso llegó a ser allanado por su prédica contra la represión. Ante esa realidad, algunas voces se sumaron a la defensa del medio, entre ellas podemos citar a los abogados Gustavo Roca y Lucio Garzón Maceda que era asesor de la CGT y había sido un referente mayor de la agrupación universitaria en la que militaban los citados villamarienses.