Hace ya casi 10 años que estoy viviendo un verdadero calvario. Hace casi 10 años que ando peregrinando por el municipio (en la oficina de Atención al Vecino), el defensor del Pueblo, la Policía, Tribunales y, por último, con abogados. Y la única respuesta que tuve es rayones en mi vehículo.

La propietaria de la rotisería que se encuentra al lado de mi casa (calle Belgrano) se ha ensañado conmigo. Ella y sus hijos nos han roto el portero eléctrico, la cerradura del portón y usan el pasillo de entrada para carga y descarga y estacionamiento de los vehículos (propios, de empleados y proveedores), obstruyendo completamente el paso a nuestra casa que se encuentra al fondo. Encima, cuando uno pasa, le gritan que no le toquen el vehículo: “Me rompés la chata y te mato”, dicen.

A todo esto, dejan el portón abierto todo el día, sin importarle la seguridad de los que vivimos allí y permitiendo que el pasillo se llene de perros callejeros. Total, ellos no limpian ni viven ahí.

Nos condenan junto a mi familia a vivir en la inseguridad. Tengo pruebas de todo; además, está a la vista de quienes quieran mirar o ingresar por allí.

Este infierno diario que sufro para entrar a mi casa me ha provocado daños en la salud, algo inesperado cuando me fui a vivir al lugar hace 10 años. Después me enteré que no fui el primero que tuvo problemas con esta gente.

Yo nací y viví siempre en Villa María y hasta casi 10 años atrás jamás tuve un problema con nadie, porque siempre respeté a todo el mundo.

Hoy, lo único que quiero es que me respeten y poder vivir tranquilo junto a mi familia. ¿Será mucho pedir? Lo único que me queda es esperar la justicia de Dios y que ésta no llegue demasiado tarde. Y seguir teniendo paciencia.

 

Miguel Ingaramo

DNI 12.672.662