Paola Verónica Ortiz (31) pasará buena parte del resto de su vida entre rejas. Así lo dispuso ayer la Cámara del Crimen de Villa María, al cabo de la tercera y última audiencia del juicio que se le siguió a esta joven mujer, a quien se declaró culpable de haber dado muerte a su hija recién nacida en una vivienda de Villa Nueva, el 31 de octubre de 2012.
En fallo unánime de jueces y jurados, Ortiz fue hallada autora penalmente responsable de “homicidio calificado por el vínculo” y se le impuso la única pena que prevé la legislación argentina para ese gravísimo delito: prisión perpetua.
El veredicto se conoció luego de seis horas de debate, durante las cuales formularon sus alegatos el fiscal de Cámara, Francisco Márquez, y la asesora letrada Silvina Muñoz.
“Yo no maté a mi hija y este dolor no me lo va a sacar nadie”, dijo Ortiz con lágrimas en los ojos y la voz entrecortada luego que el presidente del tribunal, René Gandarillas, le concediera la “última palabra”, poco antes de pasar a deliberar para dictar sentencia.
Por unanimidad
El veredicto de los magistrados Silvia Saslavsky de Camandone y Osvaldo Samuel y de los ocho jurados titulares fue lapidario: todos votaron por la culpabilidad de Ortiz, por lo que el fallo fue unánime: 10 a 0. Ninguno tuvo dudas.
El juez Gandarillas participó de las deliberaciones, pero no en la votación porque la Ley Provincial Nº 9.182 de Jurados Populares establece que el presidente del tribunal sólo debe intervenir si se produce un empate.
Las deliberaciones demandaron exactamente tres horas, ya que a las 13.36 se cerró el debate y a las 16.36 el secretario Guillermo Picco dio lectura a la parte resolutiva de la sentencia.
Atrás habían quedado las conclusiones del acusador público y de la defensora oficial, quienes -cada uno a su turno- plantearon situaciones diametralmente opuestas en cuanto a cómo se produjeron los hechos que terminaron con la corta vida de la criatura.
En primera instancia y al cabo de una exposición que le demandó exactamente una hora, el fiscal Márquez no sólo mantuvo la acusación (para la que terminó pidiendo la única sanción prevista por el Código Penal de la Nación), sino que acusó a Ortiz de haber “dejado morir” a la beba porque su obrar fue “preordenado para eliminarla”.
Al fundamentar su posición, sostuvo que ella “sabía lo que hacía y sabía que estaba mal, pero, además, sabía que estaba cometiendo un delito”. Y tras cartón aseguró: “Sabía que iba a parir un hijo y sabía que lo iba a dejar morir. Porque no es que se le murió, sino que lo dejó morir”.
“Omitió el deber de cuidado porque no hizo lo que debía hacer para evitar que la niña falleciera”, señaló el fiscal, y recordó que “las pericias determinaron que Ortiz comprendió la criminalidad del acto”.
Nueva investigación
Sobre el final de su alegato, Márquez pidió que se remita copia de todo el expediente a la Fiscalía de Instrucción de turno para que se inicie una nueva investigación tendiente a esclarecer un homicidio de similares características que Ortiz habría cometido anteriormente, tal como lo aseguró su propia hija mayor, actualmente de 13 años.
En efecto, luego de que la beba fuera encontrada muerta entre unos pastizales del Parque Hipólito Yrigoyen, la tarde del 5 de noviembre de 2012, y tras conocer la triste noticia al día siguiente, al enterarse por EL DIARIO, la hija más grande de la mujer le dijo a su padre, Ricardo Moreno, que alrededor de un año o un año y medio antes su madre había hecho algo similar con otro bebé, al que luego habría arrojado al río, e incluso dijo que ella fue testigo presencial el supuesto crimen.
Según indicaron varios testigos durante el juicio, citando dichos de la menor, la muerte de aquel niño se habría consumado en la misma casa de cortada Carlos Pellegrini 862, en barrio Residencial América, donde vivían Ortiz (ya separada de su esposo) y sus tres hijos.
Qué dijo la Defensa
Por su parte, la defensora oficial elaboró un alegato con una profunda carga emotiva, en el cual remarcó la situación de “soledad y desamparo” que Ortiz sufrió durante su infancia, no sólo por haber sido abandonada por su madre, sino porque “fue una chica poco amada y hasta despreciada”.
En base al resultado de una pericia psicológica que le realizaron, Silvina Muñoz describió a su defendida como una persona “altamente vulnerable a nivel psíquico”, con “sentimientos de soledad y abandono” y que suele proceder con “actitudes infantiles”. Asimismo, dijo que presenta “un déficit severo en su inteligencia” y, como ejemplo, citó que “repitió cinco veces primer grado y luego abandonó la escuela”.
Sobre el final, pidió que Ortiz fuera declarada culpable de “homicidio culposo” y se le impusiera una pena acorde con ese delito. Subsidiariamente, para el caso de que el tribunal no hiciera lugar a su planteo, solicitó una condena de seis años y ocho meses por “abandono de persona seguido de muerte, agravado por el vínculo”.
Finalmente, si no se consideraban ninguna de esas dos alternativas, invocó el último párrafo del artículo 80 del Código Penal, que hace referencia a las “circunstancias extraordinarias de atenuación” y faculta al juez a imponer una sanción de entre ocho y 25 años, es decir la escala penal prevista para el “homicidio simple”.
Las fotos
1) “Yo no maté a mi hija”, dijo Ortiz en su última palabra. No le creyeron
2) “Sabía que iba a parir un hijo y sabía que lo iba a dejar morir”, señaló el fiscal Márquez
3) Tras escuchar el veredicto condenatorio, Ortiz agachó la cabeza y sólo guardó silencio