Los héroes que yo digo cargan bolsas blancas y van. Caminan por el barro, inician el pasamanos y va, va, bolsa va, ojo que abajo está rota; va, agarrala bien, va, va... De arena y de tierra, las bolsas blancas, que el último de la fila deposita una contra otra. Y así crece invisible una Gran Muralla China, un Muro de Berlín y se derrumba un Muro de los Lamentos, porque nacen alegres y solidarias las Pirámides de Keops, Kefrén y Micerino; acá en Villa María están las pirámides, obra cumbre de la humanidad más humana, para cerrar el paso al agua y defender la familia, la vivienda, tal vez la dignidad y a lo mejor la historia... “Ya nos ganó una vez esta mierda, pero este año no va a poder”. Va, bolsa va.
Y se terminan las bolsas blancas y empiezan a llegar bolsas rojas de arena y tierra y a descargar. “Che, estas son para patógenos”. “Bueno, dale, loco, agarrala que no te va a infectar”. Risas. Y a cargar, y a pasar. Bolsa va. El despensero se la entrega al arquitecto, el arquitecto al librero, el librero al de la ESIL, el de la ESIL al mecánico, el mecánico al oftalmólogo, el oftalmólogo al hijo del mecánico, el hijo del mecánico a la Iguana Solidaria, la Iguana Solidaria al gendarme, el gendarme al albañil, al veterinario, al empleado municipal, al desocupado y a cien tipos más y a mujeres que no son menos... “Che, Iguana, nosotros somos los castores solidarios...”. Risas.
Lejos de allí, otras mujeres del barrio, pala en mano, llenaron muchísimas de esas bolsas que luego se mezclaron en los camiones con las que vienen desde el Corralón. Y ellos lo saben. Las reciben, las acarician, sus manos sobre las manos de ellas, y va, bolsa va.
“Al que no se vacunó en la inundación del año pasado contra el tétanos, lo vamos a vacunar mañana a las 9... Y todos los que estuvieron en contacto con el barro van a tomar ahora dos de estas pastillitas verdes contra la leptospirosis”, dice el doctor. “Espere, doctor, que hay una filtración detrás del Club de Caza, Tiro y Pesca. Vamos a apoyar a los de allá”. Y va, bolsa va. Ojo, no se resbalen.
Y quedémonos después para ver quiénes hacen guardias esta noche acá y en el barrio, ¿eh? Hay quienes quieren dar órdenes y hablan y hablan, pero ellos no les dan bola: mejor que decir es hacer. Por decir, habían dicho que “este tipo de fenómeno pasa una vez cada cien años” y pasó en 2014, en 2015... Y si esta vez a ellos no les anegó la vida es porque va, bolsa va, de arena y de tierra, codo a codo, uno más uno; paredón y después vemos.
Y así está la cosa. Tensa calma. El dragado bien (debe ser continuo), la compuerta arreglada bien, las bombas bien, pero saben que el fenómeno (la película) no terminó porque Villa Oeste sufre, como el Mariano Moreno y más allá Idiazábal, Bell Ville, Sierras Chicas, etcétera, etcétera, los desmontes, los monocultivos, las urbanizaciones contranatura, el cambio climático, los dos metros de pulmón en Piedras Moras que todavía son insuficientes...
“Che, brota agua del asfalto. Ahora viene de las napas...”. “Bueno, dale, vamos a buscar las palas y que los municipales nos digan qué tenemos que hacer”.
Los héroes de esta película con final abierto a veces ganan y a veces pierden (porque son de verdad, auténticos). The End.
S. V.