Escribe
Alejandro Ascasubi
ESPECIAL para EL DIARIO/PE
Todavía resulta más que difícil cuantificar el daño económico que significará para el Estado cordobés el fenómeno que tiene bajo agua a un importante porcentaje del territorio provincial. Pero no podemos dejar de señalar en estas páginas económicas de EL DIARIO que va siendo hora de que, ante la irreversible realidad que significa el cambio climático, las autoridades comiencen a evaluar los costos de la limpieza de canales, la canalización en zonas que no cuentan con desagües posibles, la construcción de defensas, la construcción de nuevos diques o de más válvulas en los ya existentes, etcétera, etcétera.
Y, tras ello, deberían analizar los costos que tiene cada año el desplazamiento de helicópteros, miles de viajes de camiones para trasladar elementos de contención y pertrechos, otros tantos de maquinaria pesada, alimentación y contención psicológica y médica a familias evacuadas en las diferentes localidades, pago de alquileres a aquellos que perdieron sus viviendas, construcción de nuevas unidades habitacionales, subsidios, condonación de impuestos, restablecimiento de servicios públicos como el eléctrico, salarios adicionales para las interminables guardias de efectivos policiales para evitar saqueos y de Defensa Civil para otras emergencias, además de las obras improvisadas en la coyuntura que no servirán más en poco tiempo, como esos puentes que duraron apenas un día en las Sierras Chicas por nuevos desbordes. Ni qué hablar de la reparación de rutas provinciales y, fundamentalmente, de las red de caminos secundarios que atienden los consorcios camineros y que deberán alistarse nuevamente para poder sacar la producción provincial.
Y esas dos palabras encierran, además, otro capítulo importante, sino el más importante. Porque los daños económicos que están sufriendo los productores y otros establecimientos privados repercutirán en meses más en las arcas cordobesas. Esta es apenas una aproximación a una problemática que el actual y los venideros gobiernos de Córdoba deberán abordar con la misma grandeza con la cual, en el siglo pasado, los prohombres de la Provincia planificaron y ejecutaron las grandes obras que nos hicieron ciudadanos de un territorio respetable en el concierto nacional. En tal sentido, alguien dijo alguna vez que “a veces, renovarse es volver”.
Y no hay excusas. Si se pretende vivir en una isla, en alguna oportunidad se va a estar arriesgando a quienes la habitan y al propio Estado que los cobija a hacer agua.
Hagan los números porque todo parece indicar que lo barato nos sale muy caro.