La identidad biológica es una verdad fundamental para el desarrollo humano, una verdad a la que no se le puede hacer oídos sordos, porque atraviesa el ser y nos libera.
A lo largo de mis 29 años, como una voz que no se sabe de dónde viene, pero que existe y late, habitó en mí el impulso de una búsqueda, una búsqueda solitaria y personal.
Mi partida de nacimiento indica que nací el 16 de abril de 1985. Fui entregada a mis padres de crianza, en la calle Pichincha 159 del barrio General Paz de la provincia de Córdoba, por la partera Mafalda Espina de Journade, quien tenía una clínica clandestina que funcionaba en su domicilio particular. Nada quedó de aquellos años en que la partera entregadora realizó esta práctica, ni un documento, ni un papel, ni un rastro. O al menos, los negó a todos. Se los llevó con ella.
Mi familia de crianza, que ilusionada con la idea de tener un hijo/a, fue a mi encuentro, tampoco conocen datos que pudieran llevarme hacia la verdad, pero la construcción de nuestra identidad grupal como Hermanas y Madres del Alma ha sido revelador, trazamos juntos un camino.
Esta búsqueda, la de los orígenes, implica saber fehacientemente quién soy, de dónde vengo, cómo fue el día en que yo nací, quiénes son mis padres biológicos, y para nosotros, los que fuimos entregados por esta partera, es una búsqueda que no acaba, es una pregunta sin respuestas, o en el mejor de los casos, es una certeza a medias. Es esa llama, que no se puede apagar.
Como yo, hay más de tres millones de personas en Argentina que fueron anotados como hijos propios y no sólo desconocen el camino de regreso a los datos personales, que son los que conforman integralmente a una persona, sino que estos casos no relacionados con la dictadura son más difíciles de resolver.
Nada de lo que suceda va a cambiar lo que siento por mis padres de crianza, pero aprendí que tengo derecho, tengo derecho a conocer qué fue lo que pasó, un derecho que me fue arrebatado al momento de nacer, el derecho íntegro de conocer mi identidad biológica. Tengo derechos y alguien, del otro lado, merece saber que aquí estoy.
Puedo afirmar hoy que saber de nosotros, de nuestra historia, es reparador, es ser libres, libres de elaborar y decidir desde ese lugar qué hacer con la verdad.
Nuestro objetivo es acercarnos al encuentro, acercar al otro al encuentro, queremos llamar a madres que dieron a luz allí o personas que tengan información relacionada. Queremos llamar a hijos/as, que duden de su identidad biológica. Queremos que el encuentro se produzca, restituir la pieza que falta de este rompecabezas. Queremos alzar la voz. Es necesario derribar los pactos de silencio, que se han construido a lo largo de los años como murallas infranqueables, hacer conciencia, dejar atrás prejuicios y demostrar que entre todos podemos.
Saber que hay un lugar adonde pertenezco, aquí y ahora, es saber que a través de los tiempos, a través de tanto amor y de tanto odio, juntos, hemos vencido.
* EL DIARIO publicará cada miércoles un espacio dedicado especialmente al grupo que busca su identidad denominado “Hermanas y Madres del Alma”.
Buscamos madres que hayan dado a luz y a hijos/as que hayan sido entregados por la partera Mafalda De Journade en calle México 164 o Pichincha 159, barrio General Paz, de la ciudad de Córdoba.
Contactos: Facebook: Hermanas y Madres del Alma Mafalda Journade Partera. Twitter: Hermanas del Alma. Celular grupal: (0353) 155635109.