Alberto Allasia es un productor tambero que tiene su establecimiento a la vera del ferrocarril y de la vieja ruta 9, a unos 7 kilómetros de la localidad de James Craik. A partir de las lluvias que superaron los 300 milímetros y el drenaje de aguas desde el pueblo, se quedó sin camino para “sacar la leche”. “Pero lo peor está por venir”, advirtió.
A través de la denominada calle vieja, explicó, “el municipio está mandando el agua del pueblo, que se extraía hasta el martes con dos bombas arroceras, y ahora mandó a hacer un canal para desviar el agua que rodea el cementerio, al oeste del pueblo, y el agua de las vertientes que hay por ahí”. El camino que se llenó de agua, con más de un metro, es el paralelo a la ruta, por donde muchos esquivaban la ya inexistente estación de peaje próxima a esa localidad. Allí se realiza una canalización en la cuneta y es increíble cómo corre el agua, a pesar de que ayer no se bombeaba líquido. El fin de semana, para sacar la producción, Allasia mostró que debieron cortar alambrados y sacrificar lotes de maíz haciendo caminos, además de contratar una retroexcavadora (a un valor de mil pesos por hora) y después dos tractores de 200HP para sacarla porque se había encajado. El hombre contó que advirtió a sus vecinos, uno de ellos Rudy Vagliente (secretario de Finanzas del municipio craikense) y otro más hacia Tío Pujio, “para unir fuerzas”, ya que en el municipio no recibió la respuesta esperada.
“Hay que salvar al pueblo y al cementerio, pero respetando el curso natural del agua y a los productores”, sostuvo Allasia.
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Los trabajos demandaron y demandan grandes esfuerzos, mostró Allasia, quien recorrió la zona junto a un cronista de EL DIARIO. En un acceso al establecimiento (de más de ocho mil litros diarios y 14 empleados con sendas viviendas) retiró los tubos para que escurra mejor