“Hablando con alguien el otro día me dijo la típica frase: es que los niños con síndrome de Down tienen mal comportamiento o fuertes berrinches. Y otra vez ahí va la aclaración: esta no es una característica del síndrome de Down. ¡No lo es!
Si a un niño ‘regular’ o ‘típico’ lo mantenemos alejado de otros niños, no le enseñamos a expresarse, lo ‘protegemos’ del entorno, no le ponemos límites, ¿cual será el resultado? ¡Seguramente tendremos un niño con berrinches, frustrado y con mal comportamiento social y sin síndrome de Down!
Entonces, a un niño con o sin síndrome de Down se lo educa, más allá de la condición que tenga. Se le enseña a compartir, a integrarse, a estarse quieto, a realizar tareas.
Sí, su educación da un poco más de trabajo porque es constante, es repetitiva, nos desafía a aguzar el ingenio... pero ¡basta de ponerles atributos que no tienen! No son angelitos, no son diablitos... Cada uno es particular, único, diferente”, escribe María Fernanda Sanz en su blog proyectoinclusión.com, un espacio en la web dedicado a promover la inclusión social de los discapacitados.
Sanz (37) es una abogada villamariense que hace nueve años vive en Playa del Carmen, donde hace dos años nació su hijo Máximo, quien vino al mundo con síndrome de Down. Y desdes entonces ambos son protagonistas de una historia de amor que trasciende el amor.
“Repito hasta el cansancio que el síndrome de Down no es una enfermedad, es una condición genética, una discapacidad, pero no una enfermedad. Y eso es lo que trato de difundir mediante mis charlas y mi blog. Porque creo que el gran desafío que tenemos como sociedad, en relación con la discapacidad, es incluir; perder el miedo a lo diferente e informarnos. Por eso mi principal objetivo es el de sensibilizar e informar, desde mi experiencia personal, porque aunque estoy estudiando un poco, no soy una experta, pero tengo la experiencia de convivir diariamente con la discapacidad y creo que eso cuenta”, explica María Fernanda, quien, además de su blog, un periódico y las charlas que ofrece, colabora con un programa de radio en la caribeña ciudad mexicana donde reside y trabaja en la actividad inmobiliaria.
Sanz cree que en los últimos años se ha hecho mucho por la inclusión de los discapacitados en la sociedad “se ha visibilizado mucho el tema, ya las familias no ocultan a sus discapacitados, pero aún nos falta como sociedad para convivir todos en el mismo espacio aceptando y valorando las diferencias”, señala la mujer que asegura que es una persona que tiene “cintura” para adaptarse a las circunstancias que propone la vida.
“Primero, claro, fue un shock; pero enseguida me repuse. Y entonces me di cuenta de que son más lo prejuicios que otra cosa. Creo que tenemos que hacer foco en nosotros como sociedad, no pensar en que ellos son diferentes ni sentir lástima, sino ver que incluir es para nosotros una oportunidad de crecer”, asegura María Fernanda.
“Ponerse todo el tiempo en la mirada del otro no es tarea fácil. Pero es algo que solemos hacer con demasiada frecuencia quienes vamos de la mano con alguien diferente por la calle. Observar cómo nos miran y nos vuelven a mirar. Y tratar de imaginar qué piensa quien nos observa.
Deseando no descubrir ni un ápice de lástima en su mirada, deseando no llamar la atención, deseando a veces mezclarnos con la multitud y no sobresalir. En vez de eso, miro, sonrío, bailo, estamos. Si nos miran, mejor. Enseñamos que se puede actuar ‘normal’ aún en las circunstancias diferentes.
Sueño con el día en que la inclusión sea tal que ya nadie se fije, el día en que hayamos aprendido que las diferencias no nos separan, sino que nos unen cada día un poco más”, escribe María Fernanda en su blog, esa botella al mar de la web que lleva dentro un sueño, el de una sociedad más inclusiva para todos, para los diferentes, porque todos somos diferentes.