-Efraín, usted es uno de los extranjeros más conocidos de Villa María, y de los que más años tiene viviendo aquí. Relátenos algo de su historia.
-Yo llegué a Villa María en el año 1962, aunque por motivos de trabajo (era visitador médico), me instalé definitivamente en el 75, que fue cuando puse la inmobiliaria. Pero soy nacido en Colombia, en un pueblito llamado San Pelayo, del Departamento Córdoba, y criado en Montería, la capital de ese distrito. Es una zona que limita con el mar Caribe, de clima tropical y gente entrañable. En casa éramos tres hermanos, pero con el tiempo llegué a conocer que mi padre, un terrateniente vinculado con la política, tenía 42 hijos.
-Ya de entrada su vida tiene algo de novela de Gabriel García Márquez.
-Bueno, de hecho García Márquez es de la zona del Caribe colombiano. Y hay mucho de verdad en las cosas que cuenta él, en los paisajes, en los personajes, en lo de la alegría de la gente, en el folclore que gira en torno a nuestras tradiciones, el juntarse a charlar, a beber, a festejar, lo de las riñas de gallos, el salir a pescar mar adentro durante toda la noche y volver al amanecer… yo me crié rodeado de eso.
-Cuéntenos más sobre su juventud en Colombia.
-De Mentería me fui a cursar el secundario a Barranquilla, que es una ciudad más grande, al lado del mar, donde también se palpitaba la alegría colombiana, los bailes en lugares públicos o en casas particulares. A eso se lo denominaba “Fandango”: el merengue, el ballenato, la cumbia sonando toda la noche, y la gente bailando y pasándola bien. Era una cuestión familiar, iban los abuelos con sus hijos, con sus nietos, primos, amigos, todo el mundo. También estaban las corridas de toros, que en mi país eran muy populares entonces, tanto en pueblos como en ciudades.
-¿Y después de eso?
-Estuve viajando como un año por toda Latinoamérica: Cuba (antes de la revolución), Panamá, Perú, Chile… salvo Brasil y Paraguay, a Sudamérica me la recorrí toda. Hasta que en el año 52 llegué a Buenos Aires, me encontré con amigos de Montería y me quedé nomás. Estuve estudiando Medicina primero, luego comencé a trabajar como visitador médico, y la empresa me envió a Córdoba capital. Recorría la provincia trabajando y me gustó Villa María. Pusimos una empresa de turismo y luego la inmobiliaria, y aquí estoy. Soy un hombre que ha pasado por etapas muy disímiles: tuve momentos en los que me movía con chofer privado, y tuve momentos en los que tuve que dormir en un sótano. Pero siempre trabajando duro, y con mucha honestidad, algo que hoy en día no se valora tanto.
-Usted ha vivido toda la guerra colombiana, de guerrillas, paramilitares y narcotráfico, desde Argentina ¿Cuál es su perspectiva de todo lo que ocurrió y aún ocurre?
-Creo que ha sido terrible, y que a Colombia estos problemas lo llevaron a un atraso tremendo. Pero también sé, por familiares y amigos, y por las pocas visitas que he realizado en todo este tiempo, que la gente de la calle, la que no tenía nada que ver con estas guerras, le siguió poniendo buena cara, y viviendo con alegría. Igual las cosas han cambiado mucho, en los últimos 10 años se le ha dado un golpe a las guerrillas y a los narcotraficantes muy importante.
-Ahora se está llevando a cabo un proceso de paz de gran trascendencia, con diálogos entre el Gobierno y los guerrilleros ¿Qué opina al respecto?
-Que va por muy buen camino, y yo en lo personal estoy esperanzado en que se acuerde la paz. Si se logra eso definitivamente, Colombia va a pegar un salto que más de uno se va a quedar admirado. Somos un país muy rico, con recursos naturales como el petróleo, el café, el cacao, las esmeraldas, la ganadería, la agricultura, y cantidad de minerales. Aparte de eso tenemos muy buenas relaciones internacionales, lo que no significa que hayamos vendido nuestra cultura. En Colombia vas a cualquier cantina y están pasando música colombiana y no yanqui.
-Efraín, llama la atención que después de tantos años de estar viviendo en Villa María, y aunque usted mismo se considere tan argentino como colombiano, todavía coloque en sus tarjetas personales dos banderas: una de Argentina y otra de Colombia ¿Por qué lo hace?
-Porque quiero transmitir una idea de amistad, de unión entre los pueblos latinoamericanos. Ocurre que en Argentina privilegiamos la relación con los europeos solamente: viene alguien de allá y nosotros lo veneramos, y al resto de los latinos no les damos cabida, le pedimos mucho más méritos para incluirlos en la sociedad. Y me parece que eso tiene que cambiar.