Escribe: Prof. Gerardo Russo
“¿Y a quiénes sirven cuando alzan las banderas?”
J. M. Serrat

Bastó que el Gobierno nacional presentara el anteproyecto de Ley de Servicios de Comunicación Audiovisual para su amplio debate comunitario -que de aprobarse remplazaría al oprobioso Decreto-Ley de Radiodifusión sancionado por la última dictadura militar aún vigente- para que la Alianza opositora al Gobierno nacional encabezada por Carrió, gran parte del radicalismo, Macri y otros, lo calificara al unísono de chantaje antidemocrático, atentatorio de la libertad de prensa y de libre expresión, etcétera.
Una vez más, la coalición opositora asume la representación política-ideológica de los sectores dominantes de nuestro país. A la ya reconocida representación política de la elite empresarial agropecuaria (que no representa los intereses económicos de los pequeños productores agropecuarios, como los mismos han comenzado a manifestarlo), le suma ahora su posición de voceros de los grupos económicos que controlan monopólicamente los grandes medios de comunicación de nuestro país.
Y son precisamente estos grupos los que hablan, “chirolitas” mediante, de libertad de prensa, libertad de expresión, cuando en realidad defienden exclusivamente la libertad de sus empresas para ocultar relaciones de poder y desigualdad existente en la sociedad, relaciones económicas que benefician a esos medios y sus propietarios.

Así se esmeran en presentar las noticias y el relato periodístico como objetivo, en “contar los hechos” desde una mirada supuestamente neutral sobre los acontecimientos del mundo real, ocultado que el ordenamiento y selección de las noticias (y los aspectos que se destacan de ellas) pueden reflejar “las estructuras y contenidos del modelo mental específico de un periodista acerca de un suceso específico -en el mejor de los casos- o las concepciones políticas-ideológicas del medio periodístico, como así también sus intereses económicos-empresariales”.

Como sostiene Pierre Bourdieu: “Los periodistas tienen unos lentes particulares mediante los cuales ven unas cosas, y no otras, y ven de una forma determinada lo que ven”. Y “uno de los factores fundamentales de las luchas políticas, tanto a escala de los intercambios cotidianos como a escala global, consiste en la capacidad de imponer unos principios de visión del mundo, de hacer llevar unos lentes que hagan que la gente vea el mundo según unas divisiones determinadas”.
Es decir, los grandes medios de comunicación monopolizados y en manos del poder económico dominante en la Argentina quieren seguir teniendo esos lentes en sus manos.

Resulta sano y necesario entonces, poder debatir sobre el rol de los medios de comunicación, sobre la democratización en el ejercicio efectivo del derecho a la información, sobre la participación de nuevos actores en la comunicación -universidades, asociaciones civiles sin fines de lucro, organizaciones comunitarias, organizaciones sindicales, etcétera- que permita que todo un sector no comercial pueda tener acceso a la propiedad de medios de comunicación, promoviendo una fuerte corriente comunicacional de origen social.
Asimismo, la federalización de las programaciones permitiría poner en superficie además del conflicto del campo y la inseguridad -trasmitidos por los grandes medios en cadena nacional las 24 horas del día- otras tantas cosas que realizan los argentinos y que parecieran no existir.

En definitiva, el anteproyecto aludido -elaborado con participación de la sociedad civil, organizaciones gremiales y sociales- es puesto nuevamente en debate antes de ser girado para su tratamiento al Congreso nacional. A través de él se impulsa una reformulación del modelo comunicacional del país mediante un enfoque alternativo a los intereses empresariales altamente concentrados en el sector.
Es deseable también que esta reformulación esté en función de los intereses públicos y no de un gobierno determinado (aunque quien escribe milite para el actual Gobierno nacional).

A pesar del silencio impuesto sobre este tema desde los grandes medios o la opinión “única y autorizada” de los comunicadores de esos mismos medios, el debate está servido, en la comunidad, en la base, en foros con participación abierta, y seguramente en los medios locales y regionales.

De nosotros depende aprovecharlo.