Escribe: Gabriela Alejandra Gianoni - FONOAUDIOLOGA - MP 7134 - POLICONSULTORIOS AMEL
El 1,5% de la población mundial presenta tartamudez y en Argentina, aproximadamente, un millón de personas padecen este trastorno.
Es un desorden neurobiológico motor del habla, dinámico e involuntario que afecta la fluidez del habla.
Es más frecuente en el sexo masculino y es una dificultad que entorpece la comunicación, produce mucha angustia, frustraciones y comportamientos tales como los de evadir situaciones y eventos sociales.
Los factores de riesgo son la herencia, la edad de aparición de la disfluencia y la tensión ambiental emocional.
Cuanto antes se detecta y se trata, mejor es el pronóstico de recuperación ya que la fluidez en edades tempranas es una función del desarrollo del habla…
En los niños escolares, adolescentes y adultos se compensa encontrando estrategias de comunicación, una traba en el habla no significa un impedimento para vivir bien, la persona disfluente puede elegir tartamudear con muy poco esfuerzo y sin tensión, y tratar de hablar y expresarse más cómodamente.
La disfluencia siempre estuvo relacionada con mitos erróneos, algunas de esas creencias son: pensar que no son inteligentes o también que los “nervios” causan tartamudez.
La verdad es que no existe relación entre la inteligencia y la tartamudez, y está comprobado que la ansiedad o el estrés no son causa de disfluencia.
Señales de alerta
Es necesario saber que la fluidez del habla se desarrolla hasta los seis años y que entre los dos años y medio y tres, aproximadamente, la fluidez variará, presentando el habla de los pequeños disritmias típicas, por el rápido desarrollo lingüístico en este período. Pero si pasada esa edad, persisten las interrupciones, repeticiones, prolongaciones, tensión física o parpadeo mientras el niño trata de hablar, es necesario realizar una consulta con el profesional fonoaudiólogo
Es muy importante tener en cuenta además que ante una persona con disfluencia usted debe
•Hablarle lento y pausado. Preferentemente mirándolo a los ojos.
•Escucharlo atentamente, demostrándole interés por lo que está diciendo, y no por cómo lo dice.
•No termine la frase por él.
•Espere antes de comenzar a hablar usted nuevamente.
•Reduzca la cantidad de preguntas.
•En la familia de una persona disfluente es de gran valor organizar una rutina diaria, reduciendo el ritmo de actividades y la tensión familiar.
Las personas disfluentes deben aprender a aceptarse a sí mismas, tomar el desafío y saber que siempre tienen algo para poner en palabras, encontrando su propio estilo lingüístico.