Escribe: Jesús Chirino
El documental "El reino del revés", realizado por estudiantes del INESCER "Dr. Angel Diego Márquez", incursiona en los sucesos de la última dictadura cívico/militar. Fue plasmado por el equipo formado por Oscar Naief, Lucía Pessi, Rebeca Barbosa y Virginia Santarrosa. Colaboraron profesores de esa casa de estudios, en tanto que Rogelio Yemma tuvo a su cargo la edición del material. Uno de los méritos del trabajo es haber registrado voces de protagonistas locales y de la zona que, por diferentes circunstancias, estuvieron involucrados en sucesos de aquella época. También se sumaron interpretaciones de profesionales locales. Si bien en el material se advierten algunas limitaciones técnicas y las propias de jóvenes que aún están desarrollando la formación profesional en la comunicación, es innegable que el mismo aporta al registro de la historia local. De la hora y veinte minutos que dura el documental, rescatamos expresiones de Miguel Olaviaga y Hugo Ferradans quienes fueron detenidos durante la dictadura.
Sin respeto por la ley
Olaviaga recuerda que, antes del golpe de Estado, desde el campo popular las cosas se veían "…con mucha preocupación porque evidentemente se venían dando episodios de violencia" a la vez que se tenía información "…de desaparecidos, de gente perseguida, de gente encarcelada…". Por otra parte recuerda un pronunciamiento del "…22 de marzo de 1976 en donde nosotros decíamos que había que preservar el Gobierno constitucional aún cuando lo cuestionábamos severamente desde lo político e ideológico pero no había nada que justificara la irrupción de los militares en el poder de la Nación".
Quien fuera secretario General del gremio de los empleados de comercio señala que "había razones ideológicas para detenernos a nosotros… estábamos en la defensa de la libertad y de la democracia. En mi caso yo fui condenado sin saber por cuánto tiempo y en qué condiciones. Fui condenado a estar preso en invocación del artículo 23 de la Constitución Nacional -el cual dice- que en caso de conmoción interna un ciudadano puede ser trasladado de un punto a otro del país y ser arrestado. La figura de arresto se supone una figura breve…". Olaviaga señala que según ese mismo artículo, al ciudadano se le permite optar por "…salir del país". Pero los militares burlaban la letra constitucional.
La casa del vecino
Por su parte, Ferradans recuerda que su detención "fue bastante violenta", allanaron su casa a las cuatro de la madrugada del 24 de marzo. "Primero despertaron a todo el barrio, tomaron posiciones con todas las armas, reflectores, ametralladoras. Yo me desperté porque en ese entonces mi hija, que tenía dos años de edad, se había despertado". Dice que sintió ruidos que provenían del exterior de la casa. Espió hacia la calle por las rendijas de la ventana y vio "…cómo tomaban posiciones. Los militares, como venían acomodaban las ametralladoras, los fusiles…" parece ser que sospechaban encontrar resistencia.
Con todo preparado los uniformados atacaron y casi voltean la puerta de la vivienda vecina, "se equivocaron de casa". Ferradans rememora: "Lo sacaron al vecino mío, que era un inocente vecino, un ciudadano inofensivo, lo sacaron en calzoncillos a la calle… Cuando se dieron cuenta del error les dio mucha bronca, entonces agarraron a culatazos la puerta de mi casa. Entraron. Cuando yo abrí estaba allí, delante mío, el teniente primero Martínez, al que yo conocí después, venía sin insignias, sin grados. Entraron y desarmaron todo lo de mi casa. Rompieron una puerta. No encontraron nada, entonces me hicieron vestir y me cargaron en un camión y me llevaron a la jefatura de Policía". A partir de allí, el vendaje en los ojos, empujones y "alguna pregunta medio fuerte". Al poco rato "empezaron a llegar un montón de compañeros que iban siendo detenidos y, más o menos a las ocho horas de estar allí nos llevaron a la penitenciaría local". Hugo calcula que eran alrededor de treinta los detenidos que fueron conducidos hasta la comisaría local, entre los que "…había muchos compañeros conocidos".
Quedó encarcelado
Olaviaga recuerda que "el 29 de marzo, cinco días después del golpe de Estado, en una reunión que hace mi organización, tenía que determinarse si me presentaba o no me presentaba. Decidimos presentarnos. Yo me presenté en la jefatura en Villa María, con el consejo directivo de mi organización". Allí quedó detenido y "…a partir de esa situación, después fui torturado, fuimos trasladados, tuve siete meses de incomunicación. Después hubo un largo proceso de prisión en distintas cárceles, Villa María, Córdoba, el Penal de Sierra Chica, un penal del siglo XIX…".
En relación a la cruda realidad de estar en prisión, en el documental, Olaviaga dice "las cárceles son cárceles en cualquier lugar del mundo. Yo recuerdo el paso por la jefatura de Villa María, por algún otro lugar… donde fui interrogado y no recuerdo por qué estuve vendado. Después estuve en la UP1 de Córdoba y por último concluyó mi detención, mi llamado "arresto"… en el Penal de Sierra Chica, que es una de las cárceles más duras del país. Creo que lo más terrorífico, y lo he compartido con algún compañero de esa época, fue la UP1 de Córdoba, allí había agresiones de soldados que venían a la propia celda, invadían las celdas. Golpeaban adentro a los presos…".
Ferradans coincide diciendo que "lo de Villa María fue muy duro en el sentido que ninguno estaba acostumbrado, era lo mismo que si uno se encerrara en el baño durante 133 días". Recuerda que cuando lo llevaron "…a la UP1 de Córdoba, tuve la impresión como si hubiera ingresado en el campo de concentración de Auschwitz…". Dice que allí estuvieron pocos días, hasta que "…una mañana nos levantaron a todos… nos maniataron con cables de la luz, nos cargaron a todos en uno de esos camiones de doble eje, todos apilados como bolsas, nos llevaron a un campo de aviación. Nosotros a todo esto, estábamos maniatados y vendados, y nadie decía nada. Cuando llegamos al campo, ya estaba amaneciendo, me daba el sol en la cara y se sentía el ruido de los pajaritos, yo digo qué pena, qué lindo día para morir. qué lindo día, no para morir, si no para vivir ¿no es cierto? Después se sintió un avión enorme que aterrizó. Nos quitaron los cables de las muñecas, cuando subimos al avión nos esposaron al suelo del avión, o sea que íbamos atados al piso del avión. Fue un viaje que duró, no sé, dos o tres horas… perdí la noción del tiempo en ese momento. Durante el viaje fuimos golpeados con las culatas de las armas que tenían los militares, las porras, hasta que el avión aterrizó…" en un campo cerca de Sierra Chica. Allí les quitaron las esposas "…que estaban agarradas a las grampas del avión, del Hércules, que son aviones de carga. Tienen en el suelo todo un sistema de amarres. Ellos usaban esas cosas del suelo para pasar las cadenas y agarrar las cosas…". Cuando descendieron los esperaba una delegación de la Policía bonaerense; con ironía Ferradans dice "Un comité de recepción sumamente exclusivo, obviamente nos molieron a palos a todos. A palos, a trompadas, a golpes, a patadas… tuvimos la suerte de que éramos muchos y no nos golpearon tanto, éramos 139". Después los trasladaron hasta el penal "…donde había otro comité de recepción que también nos golpeó de manera muy dura. Así fue nuestro ingreso a Sierra Chica". Recién allí les levantaron la incomunicación y se iniciaba otro capítulo del cautiverio de estos hombres. Estos testimonios son parte de lo que expone el documental "El reino del revés", acerca de aquella triste época y de la Villa María del dolor, el miedo y también, por qué no decirlo, del coraje de muchos que arriesgaban su vida por el solo hecho de negarse a dejar de pensar.
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