“Yo soy tu madre biológica, tu verdadera madre, la que te dio la vida.
Eres mi primer y único hijo, quiero que sepas que te amo desde que me di cuenta que había quedado embarazada. Te llevé nueve meses en mis entrañas, soporté todos los sufrimientos que puede soportar una madre primeriza y que está sola y en el momento que te di a luz te separaron de mí, por la fuerza, contra mi voluntad. Yo nunca tuve la intención de entregarte. Fui tan mal atendida que casi muero en el parto, te arrancaron de mi lado. Te pedí y ni siquiera te pusieron entre mis brazos.
Esta es nuestra triste historia hijo mío:
Cuando yo tenía 23 años me vine embarazada a Córdoba para buscar trabajo para reunir dinero y poder criarte.
Trabajé en una casa de familia hasta que mi novio me dejó. Tu papá nos abandonó cuando le avisé que yo había quedado embarazada y fui engañada por mis patrones que me llevaron a la casa de una mujer que se hacía llamar Mafalda de Journade para que me atendiera el parto.
Te di a luz el 8 de octubre de 1974 en la calle México 164 del barrio General Paz de la ciudad de Córdoba. Solamente pude verte antes que te llevaran. Después me inyectaron y me desperté al otro día. Siempre recuerdo tu carita hermosa.
No sé si tuve un hijo o una hija. Primero me dijeron que eras varón y después me confundieron diciendo que mi bebé había muerto y era una nena.
Me quitaron el derecho más sublime, el de ser madre y poder criar a mi hijo. Para mí eres una bendición de Dios, y Dios es el que me da las fuerzas para seguir buscándote y no voy a parar hasta que te encuentre. Porque te amo, hijo mío. Fruto de mi vientre y del amor. La prolongación de mi vida. Sangre de mi sangre. Te separaron de mí y ya no sé dónde guardar tanto dolor.
Esta carta la escribo también para todas ustedes, mujeres que alguna vez Dios les dio la bendición de poder ser madres biológicas y que por el cruel destino o no sé cómo llamarle, tuvieron que caer en manos de Mafalda de Journade para dar a luz a su bebé, como me pasó a mí, entrando engañadas y saliendo con el corazón destrozado, mientras ella y su equipo se apropiaban de nuestros hijos/as.
Anímense, somos varias las mamás del alma que formamos parte de este grupo, únanse a nosotras, no tengan miedo, Dios nos ayuda y junto a las “Herman@s del alma” ¡estamos esperándolas!”.
Julia