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22 de Marzo de 2015
Peña “El Guli”; con el espíritu de las viejas pulperías
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Hace ya diez años que Juan Alberto “Guli” Moreno lleva adelante una de las peñas más emblemáticas de la ciudad. Por el local de Intendente Maciel 1182 (ruta pesada) pasaron músicos de la talla de Orlando Vera Cruz, Enrique Espinosa, Los 4 de Córdoba, Daniel Altamirano y Aldo Monges. Pero por sobre todas las cosas, el salón se ha convertido en un sitio de resistencia del folclore villamariense, una casa abierta los 365 días del año donde todos pueden pedir la guitarra y cantar, como en las ancestrales noches del Martín Fierro

Revestidas de afiches y fotografías, las paredes de la peña “El Guli” pueden leerse como una inmensa bitácora, esa que documenta el paso de su dueño por los últimos 40 años del folclore argentino. En ellas se lo puede ver a Juan Alberto Moreno, alias “Guli”, junto a Horacio Guarany en una desteñida polaroid de los 80. O al lado de Argentino Luna en una mesa familiar. O de chico en blanco y negro abrazado a su padre con su ídolo Jorge Cafrune. Pero también aparecen íconos de la joven guardia como Facundo Toro; leyendas eternas de la canción como Los Cantores del Alba y Los Chalchaleros, o gente del folclore local como Pedro Piedra, Omar Clavero, Carina Bonoris o Los Haravecos. Cada foto testimonia un recital, un viejo anfiteatro, una reunión o sencillamente un reencuentro. Esa gigantografía de una vida hecha de instantáneas fugaces quizás sea la mejor carta de presentación de alguien que, sobre todas las cosas, se define como “un hombre de folclore”, aclarando que “como decía Cafrune, folclorista se nace, no se hace. Vos podés ser muchas cosas de grande en la vida, pero folclorista jamás. Si no naciste, no te podés hacer después. Y yo nací, por eso es que no podía ser otra cosa en la vida”.

-¿Te acordás del momento exacto en que empezaste a sentirte folclorista?
-La verdad es que soy folclorista desde que tengo uso de razón. Todavía me veo de chiquito en Tío Pujio, mi pueblo, con un tarro que me colgaba como un bombo para cantar las canciones que escuchaba con mi tío por la radio. Sin embargo, después de eso el destino hizo que el folclore entrara por la puerta grande de mi casa.
-¿Cómo es esto?
-Porque mi segundo padre, Ramón Amílcar Toledo, era representante de Cafrune y Los Olimareños. Y en esos tiempos, venderlos a ellos era como vender pan caliente; como si hoy tuvieras que vender al Chaqueño o Soledad. Y entonces escuchaba todo el tiempo esa música. Pero lo que marcó mi destino para siempre fue mi encuentro con Jorge Cafrune cuando yo tenía 16 años. Ese día aún no terminó.
-¿Te acordás cómo fue tu encuentro con Cafrune?
-Como si lo estuviera viviendo ahora. Fue en el año 1971. Yo cruzaba la pista del Club Hipólito Yrigoyen de Tío Pujio cuando vi a un hombre grandote, barbudo, con un sombrero inmenso y vestido de gaucho que me asustó. Esa noche, ese hombre al que conocía por los afiches, tocó y cantó en el club. Y ese recital me marcó para toda la vida y me animó a largarme solo, con la guitarra y el bombo a salir por ahí, a desandar caminos…
-¿Y cuál fue “el primer camino que desandaste”?
-Fue acá en Villa María, a donde me vine en el año 73. O sea que dejé Tío Pujio y empecé a cantar acá, en la peña Achalay Huassi que estaba en el bulevar España y, donde también cantaba Pedro Piedra que lamentablemente se nos fue hace poco. Pedro era de barrio San Martín, un cantorazo de aquellos que también me marcó muchísimo. Después canté en la peña de avenida Alem con el “Chango” Juárez, “Tito” Suárez, Los Arrieros y Los Haravecos. Hubo tantos músicos que me acompañaron y acompañé durante estos 40 años, que sería imposible nombrártelos a todos...
-Luego participaste de varias ediciones del Festival de Peñas de Villa María…
-Sí, la última fue en el año 84. Toqué la misma noche que Los Tucu Tucu, Los 4 de Córdoba y Horacio Guarany. También estaba el Ballet de Salta y debutaba Pimpinella, que por ese entonces no los conocía nadie…
-Me hablás de un festival de hace 30 años y me nombrás a tres leyendas del folclore nacional. ¿Qué pasó en Villa María para que en la actualidad los números principales sean foráneos?
-No sé, por ahí veo que se reniega un poco por la falta de presencia del folclore o por la cantidad de artistas extranjeros, pero yo lo veo bien. No hay que olvidarse de que en febrero nos lucimos con este festival y que a Villa María la ven en el mundo. En lo que no estuve para nada de acuerdo fue cuando cerraron las peñas alrededor del Anfiteatro. Por suerte, este año las volvieron a abrir, lo que fue un gran acierto del intendente Accastello, a quien le estoy muy agradecido no sólo porque el año pasado me habilitó este local, sino por haber demostrado que está a favor de nuestra música autóctona.
-Sin embargo, a pesar de  La oreja de Van Gogh o Juan Luis Guerra, el Festival se sigue llamando “de Peñas”…
-Sí. Y yo creo, como te decía, que debería haber más números folclóricos, pero ¿a quién traés si no? Este año vinieron Soledad y Los Nocheros, que no es poco. Lo que sí, me encantaría que hubiera una noche dedicada íntegramente al folclore de Villa María y Córdoba, una noche donde toquen Los 4 de Córdoba, Aldo Monges, Daniel Altamirano y Omar Clavero, que es de Villa Nueva y todavía anda cantando. Ojalá que la hagan en 2016, me parece que lo merecemos. 
 
Mesas bajo las estrellas
En una gran explanada de tierra tiene lugar lo que a mi juicio es el mejor ambiente de la peña, con dos mesas de madera rústica y sus sillas que esperan por puntuales parroquianos. No se necesita de mucha imaginación para adivinar que, en idéntica escenografía pulpera, hace un siglo y medio payaba Martín Fierro sus versos inmortales. Se lo comento a Moreno y el hombre, orgulloso, ratifica mi observación. “Efectivamente, éste es uno de los lugares preferidos de la gente. Sobre todo en las noches de verano. A tal punto que estoy haciendo una cancha de bochas allá -dice, señalando la longitud de un terreno apisonado-, el asador acá y la cochera. Acá entran más de 40 autos y en el salón tengo 160 sillas con todas las comodidades”.
-¿Siempre quisiste tener una peña?
-Toda mi vida. Es algo con lo que siempre soñé. Hasta me acuerdo de una vez que fui a tocar a Tucumán y me quedé a dormir varios días abajo de un puente. Y ahí pensaba “algún día voy a tener una peña”. Y si la pude tener fue gracias a mi esposa, Marta Galfré. Con ella estoy casado hace 13 años y ya van diez con la peña, ocho en Villa Nueva y dos acá…
-De hecho, el sábado 28 celebrás el cumpleaños de tu esposa a puro recital, ¿no?
-Sí, por eso le traigo a Aldo Monges, ése es mi regalo. Aldo es un grande. Empezó siendo folclorista y después se tiró a lo romántico, a tal punto que ahora es un trovador de toda Córdoba. En los años 70, su “Canción para una mentira” vendió en el país más discos que los Rolling Stones. También tiene otros temas hermosos como “Querida Tristeza” y “Brindo por tu cumpleaños”, que lo va a cantar agarrado de la mano de Marta. Pero el sábado 28 también celebro los 10 años de la peña y mis 40 años desde que me subí por primera vez a un escenario, cuando apenas tenía 19… 
-¿La tuya es la única peña de Villa María?
-Lo que se dice “peña de folclorista”, sí. Sé que hay otros salones que contratan a cantores, pero no pertenecen a gente del folclore; es gente que se puso una peña como se podrían haber puesto un restaurante. Yo la puse porque ésta es mi vocación, mi trabajo. Estoy acá desde que me levanto hasta que me acuesto porque de hecho acá vivo. Y tengo abierto los 365 días del año y tengo 13 guitarras listas para quien quiera tocar. Pero te digo que ojalá pusieran dos o tres peñas más en la ciudad, ya que lamentablemente se están perdiendo. 
-¿Cómo es esto?
-No sólo en Villa María, sino en el país. En Córdoba, por ejemplo, vos ibas en los años 80 y había más de 30 peñas. Hoy quedan sólo dos o tres y la más famosa sigue siendo “El aljibe”. En Buenos Aires supo haber más de 150 peñas y ahora no llegan ni a 30. Lo mismo pasa con el tango. Ni en Córdoba ni en Villa María hay tanguerías. Yo también soy fanático de Gardel y de Troilo y acá vienen muchos tangueros porque no tienen otro lugar; el “Pájaro” Bustos, Bravin, Cánova, Omar Charras, Larrué… Y los acompañamos como podemos…
-¿Creés que se está perdiendo el sentido nacionalista de la música?
-Creo que sí. Pero ojo, yo respeto todas las músicas. Igual da mucha alegría ver a los chicos que vienen a tocar y a bailar acá, o simplemente a escuchar folclore. Cuando esto pasa, siento que conseguí algo muy importante: traer las familias a la peña. Porque cuando yo estaba en Villa Nueva, era impensado llevar siquiera una mujer a un bar. Y logré que a mi peña vinieran familias enteras…
-Contame acerca de los chicos que vienen a tocar folclore…
-Son chicos jovencitos que se están formando, tienen 13 ó 14 años y muchas ganas. Los miércoles hay nenas de 5 y 6 años que vienen a bailar porque también tenemos una asociación que se llama “Orgullo Peñero”, con una profesora de Danza, un profe de Guitarra y yo, que enseño un poco de bombo. Hay un montón de chicos nuevos que están incursionando en el folclore y a los que sacamos un poco de toda esa música que nos meten por televisión. No estoy en contra de lo extranjero, pero es muy bueno que se encaminen en nuestra cultura.
-O sea que en Villa María hay semillero folclórico, ¿no?
-Totalmente. Y te puedo nombrar a grupos como “Cuerda y Cuero”, “Los Ponchos Rojos”, “Los Tala” de los hermanos Agüero, “La Fragua” de Mario Ludueña o “Los Solís” de Villa Nueva. También a Mauro Viana, que es un zurdo que es muy bueno, y un chico de 14 años que se llama Alejo Bruno; acordate de este nombre. También están Matías Flores, “Corchito” Bruno e Ivana Palacio. 
 
Peña en el cielo con diamantes
-¿Cómo funciona la peña? ¿Cobrás entrada, una consumición o derecho de espectáculo?
-No se cobra nada porque éste es un lugar de amigos. Sólo te tomás algo y escuchás o tocás. Cobro derecho de espectáculo cuando traigo a alguien de afuera, como el sábado, que viene a Aldo Monges. Y eso porque hay un montón de mujeres que quiere venir a verlo. Pero el fuerte de la peña son los artistas locales. Te diría que no hay ningún folclorista de las dos Villas que no haya tocado aunque sea un tema alguna vez acá, así como también no hay foclorista de la zona que yo no conozca. Preguntame, si querés, por alguno…
-Está bien; yo soy de Ballesteros. ¿Lo conocés a Mario Nicosia?
-Un grande. Toqué con él en el Club Talleres de tu pueblo en el año 78 ó 79, cuando todavía no habían techado el gimnasio. Esa noche estuvieron Los Manseros Santiagueños, el “Chango” Juárez y Los Visconti. El Mario es un grande, por favor, quiero que lo pongas textual… 
-¿Hay algún sueño que te queda por cumplir, algún músico que te gustaría traer a la peña que todavía no trajiste?
-Mi sueño es que un día venga Horacio Guarany. Ojalá que lo consiga. Lo vi hace poco en Jesús María y me puse a llorar de la emoción. El otro sueño es volver a Tío Pujio a pasar mis últimos días. Yo amo a mi pueblo y creo que hay gente que me quiere también. A tal punto que la intendenta Nancy Schiavi, compañera mía del primario, me declaró “Visitante Ilustre”. Fue una de las cosas más emocionantes que me pasó en la vida…
-La última pregunta, “Guli”, ¿qué sentís al ver todas esas fotos en la pared?
-Recuerdos. Algunos muy lindos porque cada foto es el testimonio de un encuentro; pero también siento tristeza porque hay otros recuerdos muy dolorosos. Y es que mucha de la gente que está en esas fotos ya se ha ido; como mi viejo, como Jorge (por Cafrune) o Pedro (por Piedra)… Por suerte, se han ido a la “peña grande” de allá arriba donde nos vamos a encontrar todos un día. A esa peña me la imagino como ésta, llena de amigos y de familiares, con tantas ganas de cantar juntos, de abrazarnos todos otra vez.
Iván Wielikosielek

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