Sorprendería saber que para producir una taza de café se utilizan 140 litros de agua. O que para elaborar un kilo de papel se necesitan dos mil litros. Es que el agua que consumimos no es solamente la que ocupamos directamente para preparar alimentos, beber o ducharnos, sino que todos los bienes, productos y servicios que consumimos requieren de agua para su producción.
Calcular el volumen total de agua dulce usado para producir determinados bienes y servicios, ya sea por una empresa o por un individuo en su vida cotidiana, es obtener su huella hídrica.
Este concepto es relativamente nuevo, ya que fue desarrollado en 2002 por el holandés Arjen Hoekstra, quien planteó que el uso de agua se mide en el volumen de agua consumida, evaporada o contaminada, ya sea por unidad de tiempo o por unidad de masa y, por lo tanto, parte del análisis de tres tipos de agua: la verde, que es el agua de lluvia; la azul, que es el aporte extra de agua que hacemos, por ejemplo regando; y la gris, que da cuenta de la contaminación de la misma.
Pero, además, no sólo implica contabilizar el contenido de agua en los procesos productivos y de proveedores de materia prima, sino también analizar la sustentabilidad de la empresa/país que los produce en relación a la gestión del agua en una región dada.
Números e interés
La huella hídrica promedio de un kilo de papas es de 900 litros de agua, de un kilo de soja, 1.800 litros y de una hamburguesa, 2.400 litros. Las cifras evidencian que utilizamos mucha más agua para producir que para consumir.
Donde mayores índices se evidencian es en la actividad agropecuaria y la lechería, que consumen grandes cantidades de agua que se registra en forma directa (utilizada como bebida de los animales y para limpieza de instalaciones) o indirecta (como insumo para elaborar los alimentos que consume el ganado para producir leche).
Por ejemplo, son necesarios 13 mil litros de agua para producir un kilo de carne vacuna, 3.920 para obtener un kilo de pollo, tres mil para mil gramos de arroz o 230 para generar un gramo de oro.
El interés de conocer estos datos sobre la huella hídrica se basa en poder reconocer que los impactos humanos en los sistemas hídricos pueden estar relacionados al consumo y que temas como la escasez o la contaminación del agua pueden ser abordados mejor desde la producción misma de los bienes o servicios. De hecho, el propio Hoekstra sostiene que “los problemas hídricos están a menudo íntimamente relacionados con la estructura de la economía mundial”, por lo que, según investigó, “muchos países han externalizado significativamente su huella hídrica al importar bienes de otros lugares donde requieren un alto contenido de agua para su producción”.
