Dedicado a Jacobo Lerner
Cosquín, 4 de abril de 1976.
El mantel era de hilo blanco, estaba tendido sobre la mesa del comedor diario. Sobre él, la vajilla perfecta, las flores, la comida, con ese aroma que sólo ella sabía darle.
El se sentó a la cabecera, con las gafas bajas y diario en mano. Mientras los platos se servían.
Uno de los nietos menores, los visitaba por esos días frescos de abril.
El era un comerciante de Cosquín, de los de la calle Buenos Aires. Generoso, comprometido, gran lector, familiero, elegante y bien parecido.
Ella, lo amaba.
No me cuesta imaginar los rituales de esa noche, tenían que ver con cosas de la familia. Las conversaciones, el postre, un té, una película en la tele. Cambiarse para ir a la cama, las pastillas para las nanas propias de la edad, por fin el descanso merecido.
De pronto, esa intimidad, ese orden, se quebraron con los culatazos de las armas sobre la puerta, sobre la pecera, los libros y la valija.
Sonaron muy fuerte esa noche.
El se vió envuelto en el mantel de hilo de la cena, vistiendo pijama y pantuflas. Luego, arrojado violentamente fuera de la casa, entre gritos, golpes e insultos.
Ella, cayó al suelo, desesperada, llamándolo.
El nieto, paralizado en la puerta de la habitación lloraba.
Dicen, quienes estuvieron con él en La Perla, que era una persona gentil. Lo llamaban “el abuelo”.
Dicen que pedía por favor comida liviana, sin sal.
Debía cuidarse la presión.
Sé que por las noches nunca dejó de envolverse en el mantel de hilo sobre la colchoneta de paja.
Para mi hijo Damián Ernesto Lerner, hoy de 36 años.
Para Luisita Silberberg de Lerner, que siempre lo esperó.
Para vos, “viejo”, querido Jacobo Lerner, padre de Mario, abuelo de mis hijos Ibert y Damián. A quien extraño con todo mi corazón, a quien hoy veo pasar por una calle cualquiera de Cosquín.
Mirtha Presas,
marzo de 2009
Uno entre miles
Jacobo Lerner nació el 18 de septiembre de 1908. Se domiciliaba en Pedro Ortiz 433, en Cosquín, donde era comerciante y miembro del Partido Comunista. En ese punto, donde brotaron los versos del cantor enamorado, fue secuestrado durante la madrugada del 3 de abril de 1976. Tenía 67 años.
La Policía del lugar le dijo a su esposa, poco después, que no tenían conocimiento de que nada anormal hubiese ocurrido esa noche en la ciudad.
El Tercer Cuerpo de Ejército, la Policía provincial y Federal, Gendarmería, las iglesias, los hospitales y clínicas negaron que pudieran conocer el paradero de Jacobo.
Su mujer denunció la desaparición en el Ministerio del Interior y ante las comisiones de Derechos Humanos de la Capital Federal y de Estados Unidos.
Años después sólo circuló una versión: Jacobo y otros detenidos fueron fusilados durante 1976 en la Escuela de Aviación Militar.
El Bosque de la Memoria en San Juan
El Bosque de la Memoria instalado en la Facultad de Ciencias Sociales de la Universidad Nacional de San Juan expresa simbólicamente, a través de cada árbol, la memoria de personas secuestradas por las Fuerzas Armadas entre 1971 y 1979.
Representa a 65 personas, la mayoría eran sanjuaninos, y quienes no lo fueron vivieron en esa provincia cuyana. No todos ellos fueron secuestrados en la provincia; algunos lo fueron en diferentes provincias de la Argentina.
Una sola de las personas ahí representadas ha aparecido: se trata de Rebeca Celina Manrique, quien fue secuestrada con sus padres cuando tenía nueve meses y fue encontrada en 2007, a partir de indagaciones de la misma familia que la adoptó. Significa un profundo y significativo hecho humano ante tanto horror.
Este Bosque trata de rescatar, entonces, la memoria de quienes ya no están y que recordaremos siempre como jóvenes.
Perseguidos, secuestrados, violadas las mujeres, torturados todos sin piedad. Finalmente fueron asesinados sin tumba conocida porque la política de desaparición fue implacable.
