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24 de Marzo de 2015
24 de Marzo - A 39 años de que el país fue sumergido en el abismo, un solo camino digno:
Luchar desde la memoria para lograr la verdad y la justicia
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“¿Qué estética puede atreverse a entrar en el infierno, cuando los muertos permanecen aún insepultos?
¿Qué memoria construir desde el abismo del silencio?”.
                                                                              Ricardo Forster, 1997
 
No me resultó sencillo repensar las consecuencias de la política llevada adelante por el Estado terrorista; aún hoy cuesta dimensionar su alcance y profundidad, no sólo en el campo económico, sino también en el cultural, en la educación, en los valores y en lo social.
Me permitía mirar hacia atrás e intentaba recordar lo que había ocurrido en nuestra ciudad hace 39 años y escribí estas líneas con la esperanza de que juntos nos demos la oportunidad de reflexionar, para que NUNCA MÁS vuelva a suceder una época de tragedia en nuestro país y en nuestra Villa.
Esclavos del terror
En aquella época “los procedimientos eran de inusitada violencia, se avasallaban los hogares, las instituciones democráticas y las personas; durante mucho tiempo éstos fueron los rasgos distintivos, específicos de ese momento, los derechos quedaron conculcados y sólo las decisiones de los militares le daban marco a este nuevo escenario; en un instante todo se volvió penumbra, desconcierto e incertidumbre, predominaba la pregunta ‘¿qué pasa?’”.
(x) “Era típico observar en las calles los camiones militares, la ciudad sometida, se ejercía el control de las personas circulando y de los domicilios, la detención era arbitraria, a consideración de quienes llevaban adelante los operativos. La sociedad en su totalidad estaba avasallada por un régimen de terror, la ley no existía, virtualmente había sido socavada y se regía por códigos militares que establecían las condiciones de vida de una comunidad, que de pronto no sólo perdió su tranquilidad, su armonía, su cotidianidad, sino que se transformó en un fantasma; difícil ver grupos de ciudadanos caminando, los lugares públicos desaparecieron, sólo se veía que hacían vida normal aquellos que con el tiempo se sabría que eran parte del festín y compartían con el responsable militar de la zona encuentros sociales, familiares y, seguramente, también negocios”.
“Los valores que sustentan a una sociedad democrática fueron remplazados, la ética era simplemente un maquillaje, si había que acompañar un proceso militar sangriento estaban aquellos dispuestos a hacerlo, el momento histórico lo requería porque los militares habían venido a poner orden, a encauzar el sistema descarriado y ellos estaban dispuestos a sacrificarse; ya en tiempo democrático serían democráticos, tenían una gran capacidad de metamorfosearse con absoluta facilidad, se adaptaban rápidamente y sin escrúpulos”.
“Una sociedad que no se atrevía a encontrarse consigo misma, sin libertad, sometida y coexistiendo situaciones de tormento; no obstante, en esas circunstancias lentamente, casi somnolientamente, fueron surgiendo de ese abismo, de esas catacumbas del silencio de la noche, de los pasillos de las escuelas, de los talleres de las fábricas, de las relaciones familiares, de las madres, de las abuelas, de los estudiantes y de las instituciones de derechos humanos, grupos de resistencia, luego la historia se encargaría de demostrar que los pueblos unidos son imposibles de someter y que juntos en valores comunes encuentran los caminos hacia su liberación”.
“En honor a la verdad”.
A los militares asesinos les preocupaba toda manifestación; sabían que era expresión de libertad, de encuentros, de solidaridad, de compromiso y de no sujeción a imposiciones arbitrarias.
Para los militares, los artistas, los músicos, los escritores, los trabajadores y toda manifestación era promovida por SUBVERSIVOS porque eran expresión de la libertad popular; la lista de desaparecidos es el testimonio más elocuente de lo que sufrieron estos sectores de la sociedad.
En respuesta al legado del Estado terrorista aparece con fuerza y con vigor nuestra experiencia histórica; por eso hoy estamos haciendo MEMORIA, recordando el pasado doloroso de lo que significó la alteración del ORDEN CONSTITUCIONAL.
Nadie se imaginó lo que vendría, nadie se permitía conjeturar; el tiempo, como siempre, nos fue dando respuestas a muchos interrogantes. Cuando se implantó el terror, el país se convirtió en una sociedad silenciosa, también aquí en nuestra ciudad.
 
La fuerza del compromiso
 
Los que hemos caminado este largo trayecto de la historia de Villa María, muchas veces nos hemos preguntado en distintos momentos de nuestras vidas cómo darle continuidad a este proceso de verdad y justicia y quién o quiénes iban a continuar recordando la tragedia de la última dictadura y  comprometiéndose  en construir  el presente mirando hacia al futuro.
Siempre nos interrogábamos, tal vez sin mirar a nuestro rededor y no podíamos descubrir que allí estaba la esperanza, en los jóvenes militantes de la vida que han participado de todas las actividades programadas para conmemorar esta fecha, expresando el compromiso de seguir con la MEMORIA hasta que definitivamente se puedan conocer los porqués del terrorismo de Estado y  los porqués de aquellos civiles que fueron cómplices de la tragedia, para dejar de ser  definitivamente prisioneros del pasado. 
Cada uno de nosotros con absoluta libertad elige un espacio,  OLVIDAR o RECORDAR, sin presiones de ninguna naturaleza,  cada uno lo hace con independencia, a conciencia,  lo que supone  debe   hacerse cargo de lo  que implica asumir dónde estar, porque cada uno de estos estados, OLVIDAR o RECORDAR,   representan lo que queremos ser y dónde queremos estar,  qué tipo de compromiso estamos dispuestos a asumir; en el primero es no querer saber lo que nos pasó, ocultar nuestra historia, ocultar a nuestros familiares, amigos y compañeros detenidos, otros secuestrados y asesinados  y ello implica  intentar construir un país que olvida  su pasado, que lo entierra, que niega sus raíces, su identidad; mientras que los que asumen el compromiso de recordar, representa bucear la historia, interrogarla y provocarla para encontrar la VERDAD de lo que ocurrió en el Siglo XX con las dictaduras y con el ESTADO GENOCIDA de 1976-1983, pero no con un  fin simple de recordar o  de venganza, no, sino para comprometernos a construir un estado democrático y plural en el marco de la libertad y la diversidad, nadie puede quedar ajeno a ese objetivo.
Opción por la lucha
Muchos se siguen preguntando hasta cuándo vamos a seguir con el tema de la dictadura, algunos candidatos para las próximas elecciones piensan de esa manera; algunos son genuinamente ingenuos, otros pretenden que hagamos silencio y sepultemos lo vivido o lo contemos de otra manera, con la mentira o sólo parcialmente; en cambio, nosotros estamos empeñados en buscar las raíces de la VERDAD y luego la JUSTICIA, amparados en la DEMOCRACIA. 
No hay posibilidad de acuerdos, somos beligerantes con este tema, sólo estamos dispuestos a acordar en el marco de saber todo lo que pasó, la verdad es la prioridad y la justicia como broche de esa verdad.
Seguir en este camino nos garantiza la genuina, la legítima historia, no hay posibilidad de retroceso, no estamos dispuestos a que ello ocurra.  
Recordar nos trae el dolor y la angustia se instala, no hay otro camino que purifique nuestro espíritu y que le dé sentido a nuestras vidas, pero es un dolor que hemos transformado en sufrimiento y lucha, el sufrimientos nos ennoblece, nos transforma y en lugar de llorar nos da la energía para seguir, nos da la posibilidad de ser y de comprometernos por nuestros familiares, por nuestros amigos y compañeros y allí seguramente alcanzaremos la plenitud de nuestro compromiso.
El valor de la memoria
La MEMORIA se concibe sobre lo que hemos vivido; son huellas de un pasado fuerte, pero son las huellas de un destino totalmente diferente y ahí, en ese frente, tenemos que estar todos, especialmente los jóvenes, acompañados por nosotros que queremos darles la bandera, sin renunciar a lo que debemos seguir haciendo.
Estamos pretendiendo hacer memoria colectiva, memoria del país, estamos construyendo una nueva identidad social con inclusión, no impuesta, ni por las armas, ni por los pensamientos únicos,  lo hacemos en libertad, en pluralidad de pensamiento, en pluralidad de cultura, de integración y de respeto por la diversidad y el encuentro intercultural.
La MEMORIA se ha convertido en el PARADIGMA de nuestro tiempo y propone el permanente ejercicio de la reflexión redentora de la identidad histórica. 
Muchos se preguntan cuál es nuestra IDENTIDAD HISTÓRICA.  Me permito decir que no es distinta a nuestra identidad personal, es lo que amamos, lo que pensamos, lo que queremos para nosotros y para los otros en igualdad de condiciones, lo que soñamos para el futuro, es la identidad que debemos construir entre todos.
Nuestra MEMORIA, además de escrita, es una MEMORIA viva permanente, que se fortalece, se renueva y se vivifica en el tiempo, en la mezcla de los jóvenes, ustedes, y de los viejos. 
Ahí está la riqueza y la perdurabilidad de nuestra MEMORIA porque está en movimiento continuo; no es siempre la misma, es fruto de la dialéctica entre la vida, la experiencia y el pensamiento que evidencia nuestras contradicciones y fortalece nuestro camino y nuestras convicciones.
Los compañeros detenidos-desaparecidos y/o asesinados han sido un ejemplo de entrega militante y desprendimiento individual en aras de un proyecto político de equidad social.
En su reconocimiento:
Los organismos de derechos humanos somos custodios de la memoria histórica y vamos a luchar, hasta donde sea necesario, para evitar los agujeros negros que nos quieran imponer, como lo hicimos con el dictador Videla, que afirmaba, cuando se refería a los secuestrados: “No están vivos ni muertos, no están” y con aquellos que pretendieron darle a la dictadura los argumentos de una lucha entre “dos demonios”.
A los que pretendan retrotraernos a ese pasado, les decimos que tendrán un obstáculo difícil de superar porque nadie está dispuesto a volver a un pasado de terror sangriento.
La libertad, la democracia, la verdad y la justicia son nuestro camino y no estamos dispuestos a renunciar. Son nuestras banderas.
 
Elvio Omar Toscano, presidente de la APDH Villa María

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