Mi nombre es Marcelo Miguel Bravo, soy de Villa María, en mi partida de nacimiento figuro como hijo legítimo de mis padres de crianza nacido el 17 de noviembre 1976, quien firma la partida de nacimiento como interventora en el parto es Anita Bauda de Gandón… y esta es mi historia… 

El año pasado tenía a mi madre internada por problemas de salud, muy complicada, ella decide hablar con mi señora, por lo que le pide que se quede en la clínica para “no dejar asuntos pendientes”. Dos días previos a su muerte le cuenta que en realidad no soy su hijo, dando muy pocos detalles del cómo llegué a la familia, y le deja como encargo que encuentre a mi verdadera madre, a mi madre biológica.

Mi señora, sin que yo sepa, habla con algunos allegados y le confirman que no soy hijo de mis padres, en realidad nací entre el 10 y el 17 de noviembre de 1976 en una casa ubicada en la calle México 164 en la ciudad de Córdoba, intervino en el parto la obstetra Mafalda Espina de Journade, y mi madre biológica, supuestamente, era una muchacha joven, de entre 15 y 20 años que no podía criarme.

Si bien yo tenía ciertas dudas sobre mi origen desde chico, nunca nadie me lo confirmó, por lo cual, cuando mi señora me lo corrobora, finalmente logro hilvanar recuerdos de comentarios que se contradecían sobre mi nacimiento, recuerdos borrados, por así decirlo, recuerdos que pensé imaginarios o bien me hicieron creer infundados.

En mi primer encuentro con el grupo de Hermanas y Madres del Alma me di cuenta de que no estaba solo en esta búsqueda, que somos muchos los que anhelamos completar esa parte de la historia que, por medio de engaños de Mafalda de Journade, nos fue arrebatada. Engaños tanto para las madres biológicas, que en muchos casos no sabían ni querían dar a sus hijos, como para las familias de crianza, que nos acogieron y criaron con todo el amor y buena voluntad y que desconocían la verdad de nuestro origen. 

Hoy agradezco a mis padres de crianza el amor que me brindaron, a mi tía Marta, a mis hijos Augusto y Samara, y a mi señora Jorgelina que me acompañan y comprenden que necesito conocer mis orígenes, que es un derecho tanto mío como de mis hijos el saber quién soy biológicamente hablando.

Mamá, si tenés la posibilidad de leer esta carta, quiero que sepas que me hacés falta, te necesito, te siento cerca, no dejo de buscarte, te espero, te presiento, te imagino, no quiero incomodarte, quiero recuperar el tiempo que Mafalda nos robó. Que sepas que te llevo muy dentro y si el destino quiere, nos podremos dar ese primer abrazo que nos fue impedido hace 38 años. Sé que al encontrarte se me aliviará la herida que siento.

Si tuviste un bebé y fuiste atendida por Mafalda de Journade entre los días 10 y 17 de noviembre de 1976 en la ciudad de Córdoba, pudieron decirte que había muerto o mentirte en el sexo, quiero que sepas que te estoy esperando con los brazos abiertos para poder así reconstruir esta historia que nos pertenece, es nuestra. Viejita querida, encontrame que te estoy buscando.