Su labor lleva casi una década de andares y ha sido retratada por diversos medios locales y provinciales. Pero es tal la sabia inspiradora que genera, que nunca está de más rescatarla entre la fugacidad de lo cotidiano y reubicarla en el lugar que se merece.
Se trata de la Cooperativa 7 de Febrero, una empresa formada por personas ayer en situación de calle, quienes se encargan de clasificar los desechos secos que los ciudadanos de Villa María producen para después darles destino de reciclaje.
De la cooperativa forman parte 26 integrantes: cinco ejecutan tareas de limpieza en el Cementerio local, otros cinco se encargan de la limpieza de los baños públicos ubicados a lo largo de la costanera y los 16 restantes trabajan en la planta ubicada en el kilómetro 103 de la ruta provincial 2, en la salida a Ana Zumarán. Allí realizan las labores de separación desde las 7 hasta las 15, a partir de los residuos que descargan un promedio de dos camiones diarios pertenecientes a la empresa Cotreco.
El proceso que llevan a cabo de lunes a viernes es el siguiente: la basura reciclable (previamente separada por los vecinos en bolsas distintas a las de los desechos húmedos) les es entregada y pasa por una cinta transportadora donde unas ocho personas la desglosan en seis clases distintas: cartón (que a su vez se subdivide en dos tipos), plástico (seis subtipos), papel (dos subtipos), nylon (cuatro subtipos), metal (seis subtipos) y vidrio (un tipo). Dentro de esta primera selección, los objetos de primera (más limpios y puros) podrán ser vendidos a un precio mayor que los de segunda.
Después la basura separada se compacta y se hacen un promedio de 10 fardos diarios (que corporizan unos 1.500 kilos de material) y que a la vez serán comercializados a diferentes empresas de Villa maría, Córdoba capital, Gran Buenos Aires y Mendoza, encargadas del reciclaje.
De todo el proceso, surge la necesidad de recalcar la importancia que tiene la primera selección a cargo de los ciudadanos de Villa María: “Es muy importante para nosotros que la gente separe correctamente la basura tratando incluso de dejar los desechos reciclables en buen estado, limpios. Así, a nosotros nos rinde más el material para poder darles de comer a nuestras familias, ya que nos cuesta mucho llegar a fin de mes”, exhorta Marcela Durán, presidenta de la cooperativa.
Una historia de lucha
La entidad fue fundada el 7 de febrero de 2006 (de ahí su nombre), luego de que la Municipalidad le quitara la concesión de la separación de residuos a la empresa Corbam. Entonces, surgió la propuesta de formar la cooperativa entre los 70 trabajadores que quedaron en la calle, de los cuales 48 aceptaron. Pero con el paso de los años, a causa de lo magro de los ingresos y de la falta de certezas en cuanto al monto de los sueldos (variables según el mes), entre otras razones, la gran mayoría de los socios fundadores renunció. Apenas dos personas resistieron los embates de la economía y el látigo silencioso de la incertidumbre: la misma Durán y su compañera Mónica Corzo, hoy síndica de la firma.
“No ha sido nada fácil, fueron épocas muy duras, de inseguridad al no saber qué iba a pasar. Siendo empleados de la empresa era más cómodo y seguro, pero yo prefiero este sistema, que al menos te permite dirigir una firma entre todos los trabajadores, iguales ante todo. Hoy por suerte la cosa está mejor, hemos crecido bastante y estamos estables. Creo que vamos por el buen camino”, apunta la presidenta.
Finalmente, esta habitante de los rincones más aislados del barrio Las Playas destaca la trascendencia que la cooperativa ha tenido en la inclusión social de sus trabajadores. “Más allá del tema económico, lo que da vida a esta cooperativa es su rol en lo que respecta a la inclusión social y la contención de las personas de la calle. Hay que recordar que todo esto nació justamente para darle un espacio digno a personas como yo, que veníamos de la calle, de situaciones muy feas. Hoy seguimos apuntando a eso y tenemos con nosotros a hombres mayores que no tienen acceso a una jubilación, discapacitados e incluso personas pertenecientes a minorías sexuales. Somos gente que no hemos tenido la oportunidad de recibir educación siquiera, pero todo eso lo estamos revirtiendo con trabajo y esfuerzo”, concluye Durán.