Osvaldo Barbeito, geólogo de la UNC, es una de las personas con mayor trayectoria en el estudio de catástrofes naturales a nivel nacional. Uno de sus primeros trabajos fue sobre las inundaciones que asolaron la localidad cordobesa San Carlos Minas en 1992.
Este background le otorga una mirada más amplia de lo sucedido a mediados de febrero en las Sierras Chicas de Córdoba. Para el científico de la Facultad de Ciencias Exactas es falso que estas lluvias sean excepcionales. Crecidas de este tipo ocurrieron en otras localidades cordobesas como San Carlos Minas y Villa de Soto (1992), Mina Clavero y Nono (1993), en las catamarqueñas Del Rodeo y Siján (2014), así como las lluvias extremas que cayeron en Tartagal, Salta (2006 y 2009).
Para Barbeito, las sierras de Córdoba siempre tuvieron lluvias muy importantes. “Las particularidades geológicas y geomorfológicas -observadas en fotografías aéreas e imágenes satelitales- indicaban con suficiente claridad lo ocurrido en un pasado geológico muy reciente (50, 100 o más años) y la fuerte probabilidad de repetición”, aclara el investigador.
En realidad, lo que cambió en las últimas décadas no fueron las copiosas lluvias, sino la forma en que se ocupó la tierra. “No es que el río esté inundando las ciudades, las ciudades están inundando a los ríos”, grafica el especialista.
A su criterio, para evitar inundaciones repentinas es necesario abordar un reordenamiento urbano que preste mucha atención a los factores geológicos y geomorfológicos.
De hecho, estos aspectos favorecieron las crecientes ocurridas en las últimas semanas. Dentro de este enfoque, Barbeito destaca la naturaleza geológica del terreno, donde predominan rocas cristalinas que vuelven poco permeable el suelo. Fotos aéreas y satelitales de la zona muestran que gran parte de la superficie está constituida por rocas desnudas. A ello se le suma las altas pendientes naturales de esa área, que también condicionan un rápido escurrimiento del agua.
Para Barbeito, otro aspecto a destacar es la baja protección hidrológica que brinda la vegetación natural de la región, particularmente en las cabeceras de las cuencas, donde se encuentran muchos pastizales discontinuos y roca desnuda.
En esta zona, por su geografía, también es normal que ocurran tormentas localizadas con altos milimetrajes en muy poco tiempo.
El aire cargado de humedad choca con la montaña, se enfría, se condensa y cae mucha agua repentinamente. Es lo que se los especialistas llaman “efecto orográfico”.
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