Días atrás, un avión de la compañía alemana Germanwings se estrelló contra los Alpes franceses con 150 personas a bordo. Dos días después, el fiscal a cargo de la investigación aseguró que el copiloto, Andreas Lubitz, "estrelló intencionadamente" el avión contra las montañas.
Desde ese momento, mucho es lo que se ha hablado sobre la tragedia y desde EL DIARIO consultamos al piloto local Emilio Zayas, quien está radicado en el sur del país, donde vuela para una empresa aérea contratada por petroleras trasladando a los empleados a los pozos.
“No podés predecir esto; no es un suicida, es un asesino que se coló dentro de un avión”, comenzó opinando Zayas, quien aseguró que “el sistema está muy bien preparado, pero no puede ser policial y si a cualquier ser normal le dan un certificado en el que dice que no puede volar, lo presenta en la empresa y no vuela”.
Zayas es también docente de la asignatura “Prevención de accidentes de aviación” que se da en los cursos de piloto comercial. “Son casos extraordinarios porque nosotros apuntamos comúnmente al error humano o de sistema, pero contra la intencionalidad las barreras de prevención son muy bajas”, analizó.
El piloto comparó: “Es un hecho extraordinario y se da en contraposición a otro hecho extraordinario que fue lo de las Torres Gemelas. Hicieron una puerta que prohibía la entrada a los de afuera y no pensaron que el terrorista podía estar dentro de la cabina”.
Además, confirmó que “está en los reglamentos que no puede haber un piloto solo en la cabina”, haciendo alusión a que el piloto de la compañía alemana había dejado la cabina y fue ese el momento en que su compañero selló las puertas y condujo el avión hasta estrellarlo.
“Si uno de los pilotos se levanta, un tripulante de cabina tiene que ocupar el lugar para que siempre haya dos; eso no se cumplió, quizás porque hubo una confianza del sistema en sí mismo”, enfatizó, y explicó que cada seis meses se los somete a distintos exámenes que incluyen una entrevista con un psiquiatra.
Finalmente, Zayas consideró que las medidas que puedan llegar a tomarse rápidamente a raíz de este hecho “pueden ser más de impacto mediático que lo que se pueda hacer en la realidad porque que se te meta un loco en la cabina no se puede evitar, este pibe estaba loco y lamentablemente era piloto”.
El avión despegó a las 10 del aeropuerto de Barcelona con 144 pasajeros y seis miembros de la tripulación con destino a Düsseldorf.
Poco después de las 10.30, el piloto salió de la cabina y, una vez solo, Lubitz, copiloto, puso el avión en trayectoria descendente. El avión descendió desde una altitud de alrededor de 12.400 metros antes de estrellarse contra los Alpes franceses.