Quejas por la rotonda del Sarmiento y Seppey
Por la presente, quiero destacar que, si bien la construcción de una rotonda en el cruce de bulevar Sarmiento y Porfirio Seppey era necesaria, la ejecución peca por ineficiente, disfuncional y mediocre. La interrupción del paso que es el ingreso a varios barrios generó durante meses el desvío hacia calles de alrededor que estaban (y siguen estando) en estado deplorable.
La falta de previsión quedó expuesta en cada bache, pozo y calle rota que se convirtió en trayecto obligado para muchos vecinos. Apenas habilitada la ¿rotonda? (más bien un óvalo inclinado) los automovilistas se encuentran con elevadísimos y abruptos lomos de burro peatonales que golpean el tren delantero de los autos.
Una parada de colectivos ha quedado “pegada” a uno de los lomos de burro, por lo que cada vez que un colectivo se detiene, el tránsito también lo hace y de esa manera la “rotonda” no cumple con la función de garantizar la fluidez de circulación.
La obra es una muestra de la escasa planificación y previsión: no prepararon vías alternativas durante el cierre de ese paso; no realizaron una verdadera rotonda: hubo camiones que llegaron hasta el acceso a la rotonda y al no poder circular detuvieron el tránsito hasta que lograron salir del lugar.
Evidentemente, esta obra no ha sido terminada, ya que ha quedado tierra compactada sobre el pavimento, escombros y basura sobre canteros y alrededores. Además, con respecto a la rotonda construida en la prolongación de bulevar Sarmiento y avenida Universidad, han instalado un triángulo de concreto en la salida de la rotonda hacia la prolongación del bulevar que constantemente se rompe por el paso de colectivos y camiones (que no cuentan con el ángulo que necesitan para pasar).
¿Quién controla el gasto de materiales que implica estar “remendando” tantas veces, colocar una y otra vez esos mojones amarillos de concreto que una vez rotos dejan un bulón expuesto? Sobre la misma rotonda, las luminarias no son las adecuadas porque no guarda relación el tamaño de los artefactos colocados con la altura de la columna y la potencia de las lámparas, que en principio fueron de bajo consumo (de uso comercial y hogareño) y debieron ser remplazadas por las actuales (de las cuales una ya dejó de funcionar).
Vale la pena recordar que habían instalado y ahora removieron reductores de velocidad de plástico amarillo. Me pregunto: ¿están homologados? ¿Cuál es el criterio para decidir dónde se colocan?
La política del remiendo y el parche avanza sobre la ciudad. Sobre bulevares y calles más transitadas, los baches y pozos se van cubriendo con cemento sobrante de escasísima duración. El apuro por la propaganda electoral ha primado sobre la efectividad de obras para los vecinos. Además de las flores, el césped verde y las plantas decorativas sería importante poder transitar de manera eficiente y rápida. Cuando el objetivo es el bien común y no ganar una elección las obras deberían ser planificadas y ejecutadas con precisión, calidad y capacidad. Tres cualidades que brillan por su ausencia en la obra pública villamariense.
Mariela Echavarría Cerutti
DNI 22672410