Dos fotografías tomadas ayer al mediodía con diferencia de minutos, en lugares ubicados a menos de 400 metros uno de otro.
En el techo del edificio que ocupa el Poder Judicial, en calle General Paz al 300, un grupo de bomberos ensayaba operaciones de rescate con el debido equipamiento de seguridad.
En la cúspide de un silo ubicado en el predio del Molino Fénix, en Alem al 600, dos operarios realizaban tareas al borde del abismo sin sujetarse a nada y sin casco protector.
Así parece ser el valor real que le damos a la seguridad en nuestro medio, donde si bien han habido muertes recientes provocadas por la caída de altura, el aprendizaje aún no ha sido lo suficientemente costoso en vidas humanas como para cumplir con las normas y con el respeto a la vida de quienes están a nuestro cuidado.
No es la primera vez que en las páginas de EL DIARIO se refleja esta irresponsable actitud. Si así se actúa a la vista de la gente no queremos ni pensar lo que ocurre en el interior de empresas y viviendas.
Hoy, que tanto se insiste con la sensación de inseguridad, deberíamos entender que la muerte y la discapacidad no sólo provienen del violento que nos agrede, sino del indolente que juega su destino y el de los demás en la ruleta del azar.
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