“Mi nombre es Sergio I. Martínez, vivo en Pilar, provincia de Córdoba. Nací en la ciudad de Córdoba, crecí en el barrio de Santa Isabel 1 sección, me anotaron el 5 de noviembre de 1971, y esta es mi historia: a la edad de 5 años, mi madre de crianza, ayudada por mi maestra de jardín, me dice que no era hijo biológico de mis padres, que no me había tenido en la panza (relato apropiado para mi edad). A partir de allí siempre tuve el concepto de que, si me adoptaron, es porque me abandonaron; crecí con esa idea y nunca busqué quizás a causa de mi dolor. 

Pasaron los años, y fue hasta el nacimiento de nuestra primera hija, año 1997, que a mi esposa Mabel le inquieta conocer si buscaría mi madre biológica, mi genealogía, etcétera. En el año 1994 había fallecido mi madre adoptiva, en 2001 falleció mi padre adoptivo, y es en ese año que mis hermanas me traen un certificado firmado por Mafalda de Journade, con membrete en calle México,  con datos sobre mi nacimiento, que fue realmente el 25 de agosto de 1971.  Mi esposa comenzó sola a investigar y llegó al domicilio de la partera que constaba en el certificado.  No me interesó ni me preocupó, sola se movilizó Mabel porque era la identidad de sus hijos también. Luego logró inquietarme la propuesta y fuimos a la casa de esta mujer, quien nos recibe por la calle Pichincha en barrio General Paz, ciudad de Córdoba.  Mafalda dijo que se acordaba de mí porque: “Vos fuiste quien más estuvo acá” aproximadamente 2 meses. “A vos te sentaba por las tardes debajo de un árbol en un patio interno, un par de días antes de entregarte a los gitanos llegaron aquí tus padres de crianza”. 

Dijo además: “Tu madre estaba en una posición económica buena, que venía del norte, por eso no te podía tener soltera”.  A mí me interesaba saber si tengo hermanos. Al hablar con ella, y al creerle,  reafirmó mi idea de que había sido abandonado y removió ese viejo dolor. 

Hoy, a los 43 años, descubrí que esa persona en todo mentía, fui una víctima más de su perverso proceder con los bebés, y que en realidad no fui abandonado, sino que me quitaron de los brazos de mi madre biológica. Soy muy agradecido de la educación y la crianza y todo el amor que me dieron mis padres de crianza Pedro y Lucía y mis hermanas. 

Hoy con la ayuda de Dios comencé a cerrar el círculo de duda y sanar la herida profunda y silenciosa de tantos años y espero poder encontrarla. Hoy busco a mi madre, hoy necesito saber de ella… estoy vivo y te estoy buscando”.