Tuvo un accidente en un río de las sierras y no se quedó en el lamento. Pese a la severidad de la lesión, enfrentó el destino y no se detiene en su objetivo de progresar un poco más cada día. Así, ya mueve sus brazos, algo que parecía una quimera cuando constataron las secuelas.
Nicolás Bizzarri (25) es un joven que, aunque a él le incomode, es un ejemplo. “No permitan esa piedra de alguien en el camino que dice ‘no podés’; no les den pelota”, expresó el profesor de Educación Física al hablar en Laborde (donde residió hasta sus 17 años), como “joven inspirador”.
EL DIARIO le preguntó si podíamos publicar su relato y el chico aceptó. Estas son sus principales expresiones luego de contar que tuvo un accidente que le dejó “una lesión traumática a nivel cervical, una lesión medular que me imposibilita sentir y mover diferentes partes del cuerpo”.
“Si yo les digo a mis padres o a mi hermana o a cualquiera de ustedes que me lleven a la punta del salón, cualquiera lo haría. Pero por qué no probar hacerlo yo primero. Por qué no hacerlo si puedo”.
“No se limiten ustedes mismos; primero prueben y recién después, pidan ayuda. No es malo pedir ayuda, pero intenten, no se limiten, seguramente lo pueden hacer, si les gusta, lo pueden hacer, vayan para adelante”.
“En la Argentina hay muchísimos casos como el mío. Esto fue duro física, emocional y socialmente. No quería ver a nadie. Cuando estaba en terapia intensiva quería ver a mi familia porque sólo tenía 10 minutos de visitas, pero cuando me pasaron a la habitación común, se me cruzaron un poco las neuronas y me peleaba con todo el mundo, con mi viejo, con quien apareciera, pero sabía que mi historia no terminaba ahí”.
“Sólo podía mover el cuello, la cabeza, pero no los brazos, no las piernas, en las que tengo apenas unos pequeños movimientos. Emocionalmente era duro porque tenía que salir. O me quedaba en una cama o me veían acá, hoy. Sabía que había mucha gente afuera luchándola conmigo, que pedían por mí, que ayudaban como sea. Salí con mucho esfuerzo, dolor, dedicación, llanto. El dolor sigue estando. Todos los días hago cuatro horas de rehabilitación y me mato porque sé que puedo seguir un poco más. No voy a aflojar. Ese es el mensaje que quiero dejar, el de seguir, tener un objetivo y meterle para adelante. No dejarse estar”.
“En esto tienen que ver mi familia, mis profesores, me sirvió muchísimo eso para poder estar como estoy hoy”.
“Luego del accidente me dijeron ‘a esto no vas a poder hacerlo’. Pero con dedicación lo logré en muy poquito tiempo. El objetivo debe ser firme, no permitan esa piedra de alguien en el camino que les diga que no pueden hacerlo; no les den pelota. Primero intenten, luego vean si pudieron hacerlo. Si lo hicieron, se van a sentir excelentes. Si no lo logran, seguro van a aprender algo y el conocimiento no ocupa espacio. El esfuerzo siempre va a tener un valor importante”.
“Tras el accidente, tenía mucha angustia, dolor, mucha bronca y me preguntaba por qué me había pasado a mí, pero si me quedaba con ese por qué me iba a quedar en el pasado, no iba a progresar, no iba a poder salir, entonces me empecé a preguntar para qué. ¿Por qué no me podía tocar a mí y le podía tocar a ustedes? ¿Qué culpa tienen ustedes de lo que me sucede a mí? Hay que asumir el destino; creo que lo resolví y por más que haya sido muy duro, pude salir de esto gracias al esfuerzo, a la dedicación, a las ganas, a aguantar el dolor, a sortear cualquier piedra en el camino”.
“Un lema que tengo es que la sonrisa muestra lo más profundo de cada uno de ustedes, aun en los momentos más difíciles. Fue lo más duro que me pasó hasta ahora, pero puedo sonreír. Ustedes no saben lo que pueden causar en otra persona con esa sonrisa. Van a lograr más cosas con una sonrisa que de otra forma. No se dejen estar, luchen, propóngase sus objetivos, busquen el camino y métanle hacia delante”.