El viernes pasado se montó en el Teatro Verdi una entrañable obra protagonizada por dos destacados actores: Rodolfo Ranni y Mario Pasik. La pieza, escrita por el renombrado dramaturgo Carlos Gorostiza en 1990, fue plasmada sobre el escenario con una economía de recursos escénicos más bien austera.
Lo atractivo estaba depositado en el vaivén del diálogo que oscilaba entre los giros cómicos hasta la reflexión dramática, devenida del cúmulo de anécdotas, vivencias y dolencias comunes entre dos eternos amigos. Con la preocupación y la nostalgia propia de la adultez, se suman los proyectos de sus propios hijos que los atañen de cierta manera. Entre risas y llanto contenido, el público pudo apreciar un buen espectáculo de humanidad latente. Cabe señalar que hubo muchas entradas regaladas para esta función.