Con una labor colectiva que alcanzó ribetes importantes en la parte final del primer tiempo, Silvio Pellico se llevó del reducto albo tres puntos muy importantes para su futuro, al marcar frente a Playosa una mínima diferencia de dos tantos contra uno.

Con acciones variables y de escaso peso ofensivo se desarrollaron los primeros pasajes del encuentro; con férrea marcación sobre los organizadores de ambos equipos, y la tendencia constante a evitar la comunicación fructífera entre los componentes de ataque.

Playosa tuvo dos tiros libre por Servetti (antes de los 10), el primero desviado y el segundo que produjo un rebote, siendo luego rechazado el balón sobre la línea de gol, en acción de pleno riesgo. El elenco visitante se mantuvo expectante, aguardando la ocasión para generar réplicas en contragolpe, pero hasta después de los 20 m no fijó situaciones favorables.  Luego hubo una destacable intervención de Rabino, desviando correctamente un peligroso cabezazo de Zárate, con sensación de gol. En el análisis individual y dentro de una generación futbolística mediocre, se destacaron en la primera parte Servetti en Playosa y Morales en Silvio Péllico.

A los 21 m y en acción aislada, en proyección sobre sector derecho del área, Demichelis receptó un balón en profundidad, se desprendió de su marcador Roberto Aimar, y ubicándose rápidamente en otro perfil, giró y despidió un potente remate que derrotó a Rabino, convirtiendo un golazo y estableciendo diferencia para el huésped, en conquista de identificaba la superación del elenco “Canario”. A los 25 m un disparo de Alfio Demarchi dio en el palo derecho de Rabino, definiendo así los mejores momentos del visitante en el primer período; en pasajes donde el trámite demostraba cambio cualitativo y cuantitativo en el devenir del cotejo.

Silvio Pellico se superó en su accionar, con instancias más efectivas en su estructura de juego y con organización superior que le permitió ganar la disputa del balón en el medio campo; en base a decisión y voluntad pasó a controlar el curso del partido. Playosa pareció de a momentos confuso e inhibido, sin concepto definido; aspecto que privó a sus delanteros de contar con posibilidades efectivas. Nicolás Morales, se convirtió en problema insoluble para los defensores albos, estableciendo con su performance superioridad para la ofensiva “canaria”, frente a marcadores sin ubicación ni firmeza necesaria para fijar una oposición confiable. Hasta el final del periodo, el partido fue  ingresando en un desarrollo discreto, donde el nerviosismo privó sobre el concepto estructural; produciéndose acciones donde el árbitro debió adoptar medidas más concretas, prefiriendo una actitud pasiva que conspiró para el devenir posterior del encuentro. Silvio Pellico se retiró ganador, en actuación que fue de menor a mayor y que justificó la diferencia.

El segundo periodo mostró a un visitante más pragmático en las instancias iniciales, panorama que fue corroborado a los 10 m, cuando Zárate convirtió el segundo gol, con impecable cabezazo luego de un córner ejecutado por Alfio Demarchi. A partir de allí, el “albo” se encontró perdedor en doble sentido; en el marcador y en su número de integrantes, por la temprana expulsión de Matías Genre (a los 3 m), situación que complicó totalmente los planes de Mauricio Morales y sus dirigidos. Sin embargo, y cuando la situación daba para una potencial goleada de Silvio Pellico; el conjunto de Norberto Demarchi prefirió una actitud especulativa que ciertamente lo perjudicó.

Playosa adelantó todas sus líneas, realizó los cambios necesarios y pasó a ser protagonista. A los 30 m, Acosta tuvo oportunidad de descontar, cuando el árbitro Moyano sancionó una falta en el área del “cuidapalos” Margaría, quien se reivindicó deteniendo el penal del mediocampista playosense. Aún con ese golpe anímico, el “albo” siguió presionando y a los 43 m. (esta vez sí), Gayoso descontó con pena máxima, en dudoso fallo del juez, penando una supuesta infracción de Bernardi a Acosta.

Los últimos momentos fueron tensos, con un local desesperado por llegar a la igualdad, siendo Acosta y Piva protagonistas de dos jugadas que pudieron emparejar el curso del partido. Cabezazo de Piva desviado (a solo dos metros del arco) y furibundo disparo de Acosta que dio de lleno en el travesaño de Margaría, cuando todo indicaba la presencia del gol. Así se consumieron los minutos finales, en que el huésped apeló al rechazo expeditivo para solventar el peligro, llegando al pitazo definitivo realmente extenuado, pero con voluntad intacta para sostener la ventaja que finalmente lo favoreció. Ventaja por 2 a 1, que en el concepto integral y en características de juego lo convirtió en justo ganador; estableciendo mayor distinción, organización y claridad en su labor colectiva; frente a un Playosa que realmente se acordó de jugar en los quince minutos finales del cotejo.

La figura