Se crió entre el Ameghino y “Villa Carlitos”, a metros de la exruta pesada. Su escuela primaria fue la del barrio, la Nicolás Avellaneda, y al secundario lo cursó en la ESIL.
Cuando pensaba dar el paso para iniciar la carrera de bioquímico en la Universidad Nacional de Córdoba (UNC), le tocó el servicio militar. “Por suerte pude hacerlo en Villa María, en la Fábrica Militar”, dijo Alberto León, el investigador recientemente distinguido con un premio internacional por su investigación con harinas.
Cuando todavía no concluía el servicio obligatorio, pudo empezar la universidad. “Ya había rendido el ingreso y me guardaron el lugar para el año siguiente, pero empezaban las clases y no había terminado el servicio. Así que fue un sacrificio grande, de mis padres y mío, porque me iban a buscar a la Fábrica y me dejaban en la Terminal. Llegaba a clases sin dormir, pero si no hacíamos eso, iba a perder otro año de estudio”, señaló.
Cuando empezó la carrera, pensaba dedicarse de lleno a la salud, pero el panorama del trabajo en los hospitales públicos de los años 80 no era el ideal para desarrollarse, así que comenzó a trabajar en la docencia universitaria.
“Empecé dando clases en Agronomía, donde no había espacio para investigación. Fue entonces que armamos un grupo con Oscar Rubiolo, que trabajaba en el campo, y nosotros, en el laboratorio. Allí estaba otro villamariense, Amadeo Sabattini (nieto de quien fuera gobernador de Córdoba), quien trabaja de periodista, pero es químico de profesión”, recordó.
Luego llegó la posibilidad de hacer un doctorado en La Plata y un posdoctorado en España, donde fijó su rumbo académico en el reconocimiento de las características de las harinas y sus bondades y defectos para el consumo humano.
La investigación
El aporte a la ciencia por el que fue reconocido es amplio y pasa por su investigación en productos libres de gluten hasta el proceso de las masas congeladas.
“La primera tesis que dirigí fue sobre la metodología de las masas congeladas. Ahora es habitual que se vendan en las estaciones de servicio esas facturas que adquieren congeladas y les dan calor antes de servirlas. Para que el proceso no tuviera inconvenientes estuvimos trabajando mucho detectando los tiempos y modos del congelamiento”, destacó.
También está enfocado en las bondades de una harina conocida como “triticale”, hecha con un híbrido de trigo y centeno. “En definitiva, nosotros desarrollamos nuestra producción científica para mejorar la calidad nutricional de las harinas”, explicó.
Otro desarrollo es el de productos de panificación libres de gluten. “Esto es un tema muy importante para los celíacos, que no es que haya más ahora, sino que se diagnostica más”, indicó.
Para hacer los procesos científicos, no sólo trabajan en laboratorio analizando molécula por molécula, sino que también tienen una planta piloto para los ensayos en panificación. “Nos ha ido muy bien con galletitas y pastas libres de gluten. Con el pan todavía no avanzamos porque precisamente el gluten es lo que lo hace leudar. Lo que sí hemos logrado es desarrollar bizcochos libres de gluten. Anda particularmente bien para productos aptos para celíacos, los elaborados a partir del almidón de mandioca y proteínas de soja”, dijo.
También analizan los resultados en harinas de otros orígenes, como de soja, garbanzo, amaranto y hasta quinoa.
También viene trabajando activamente en programas que permiten aplicar los desarrollos científicos. Por ejemplo, fue coordinador de un programa provincial para eliminar el uso del bromato en las panaderías, dirigió la muestra “Cuatrociencia”, organizada por los cuatrocientos años de la UNC y coordinó el proyecto “Pan X Todos”, una tarea que desarrollaron 18 grupos de investigadores provenientes de 11 países de Latinoamérica.
Muchos de sus trabajos se volcaron en libros que son material de estudio en universidades de distintos puntos del globo.
La distinción
El premio Harald Perten (ver recuadro en página 6) es un reconocimiento a los aportes en ciencia, investigación, enseñanza y transmisión de conocimientos en el área de la ciencia y tecnología de los cereales. El premio se presenta cada dos años durante el Congreso Internacional de Ciencia y Tecnología de los cereales y comenzó a entregarse en 1990. Esta es la primera vez que lo recibe un investigador argentino.
La presentación del premio corrió por cuenta del coordinador del Comité Científico Internacional, JanWillem van der Kamp, y la decisión del jurado fue fundamentada por el alemán Meinolf G. Lindhauer.
En su presentación Lindhauer destacó que el profesional villamariense “no solamente había sido autor de una notable producción científica, reflejada en el dictado de conferencias, la elaboración de libros, capítulos de libros, artículos científicos y presentaciones en congresos, sino que también sobresalía por la coordinación del Comité Científico del Congreso Internacional de Ciencia y Tecnología de los Alimentos con cinco exitosas ediciones”, entre otros trabajos.
León vuelve a Villa María a visitar a su familia los fines de semana, pero su trabajo se concentra en Córdoba, donde, además, es secretario general de la UNC.
Al consultarle sobre su relación con la Universidad Nacional de Villa María, dijo que es “excelente”. “Tengo muy buen diálogo con Martín Gill, que se inició cuando él era secretario de Políticas Universitarias y fue profesor de uno de los decanos Germán Cassetta”, concluyó.
Historia del premio
Harald Perten nació en 1913 en Tallin, capital de Estonia, donde sus padres tenían una panadería, así que durante su infancia y juventud aprendió todo acerca de las dificultades de la elaboración del pan.
Se graduó de la universidad y trabajó en laboratorios vinculados a la investigación de los alimentos.
En 1967 comenzó su labor como consultor para la FAO en Sudán. Por eso, el premio Harald Perten es un reconocimiento por los logros en la investigación, la enseñanza y la transmisión de conocimientos que sirven las ciencias de cereales y tecnología.
“Es reconocer, principalmente, aplicaciones prácticas en las áreas de almidón, gluten y enzimas”, indicaron.