La relación existente entre la estética de una persona y el ascenso laboral es un tema muy complejo y difícil de comprobar, aunque también inocultable, si analizamos las experiencias que nos cuentan a diario nuestros pacientes en el consultorio.

Entonces, es imposible tapar el sol con las manos, cuando lo cierto es que cada vez más personas llegan al consultorio con la finalidad de mejorar su estética no sólo por una cuestión de satisfacción personal, sino  por entender que esto les permitirá escalar laboralmente.

Es común preguntarlesa las pacientes los motivos por los cuales desean someterse a una cirugía plástica y ahí es cuando nos encontramos con respuestas diversas, pero algunas cada vez más reiteradas. 

De la misma manera en que muchos divorciados y divorciadas quieren operarse para verse bien y conquistar una nueva pareja, muchas otras personas entienden que la cirugía será determinante en su vida laboral. Esta percepción que se ha instalado y que, insisto, se escucha cada vez más, habitualmente tiene que ver con uno de estos tres aspectos:

1. Autoconfianza: la autoconfianza es algo que, según aseguran muchos pacientes -principalmente mujeres, pero también de sexo masculino- les impide desarrollarse a pleno en sus puestos laborales. Esto se ve generalmente en personas que tienen trato directo y diario con clientes y/o proveedores y que tienen ciertos complejos físicos que los llevan a no desempeñarse a pleno en sus puestos. Este sentimiento se incrementa cuando el área del cuerpo que genera este complejo está muy a la vista, como, por ejemplo, la nariz o, incluso, las mamas (sean muy pequeñas o muy grandes).

2. Regresar al mercado laboral: muchas personas que llevan tiempo sin conseguir trabajo entienden que una mejora en su estética les permitirá ser más consideradas en las entrevistas laborales. Y, de hecho, nos guste o no, son numerosos los casos de pacientes que hemos atendido con esta inquietud y que, tras una liposucción, aumento mamario u otra cirugía, consiguieron trabajo rápidamente.

3. Competencia interna: otro grupo de pacientes llega hasta el quirófano al sentirse amenazado por nuevas compañeras de trabajo más jóvenes y bonitas, que pueden poner en riesgo su estabilidad laboral a futuro. Entonces, la cirugía constituye -según creen- una herramienta para mejorar la apariencia y contrarrestar la amenaza interna, llamando la atención no sólo de clientes, sino principalmente de superiores. Este argumento es mucho más habitual de lo que imaginamos. La idea es: “Necesito verme mejor que mi nueva compañera”. Se termina dando una competencia interna muy fuerte, que lamentablemente termina generando discriminación en numerosas oportunidades.

 

Mercado cada vez más exigente

Debemos entender que estos planteos, que jamás hubiéramos imaginado años atrás, se dan en un mercado laboral cada vez más exigente en cuanto a la estética y la edad. Algunas empresas, según apuntan los pacientes, “descartan” a ciertas empleadas -tal vez inconscientemente- al llegar a cierta edad, independientemente de su conocimiento y trayectoria. Esto tiene que ver con las crecientes demandas del mundo en el que vivimos, muchas veces muy injustas por cierto.

Entonces, el verse bien, joven y activo son puntos importantes, los cuales son considerados en las entrevistas laborales.  Esto se potencia cuando el puesto ofrecido tiene que ver con exposición al público, caso en el cual la estética tiene un peso determinante a la hora de la elección, muchas veces aún mayor que el propio currículum.

 

¿Y los altos rangos?

No son sólo los mandos medios y bajos los que deciden operarse por motivaos relacionados con su trabajo. También es creciente la cantidad de gerentes y titulares de empresas que ven necesario el paso por el quirófano.

En este segmento encontramos a un paciente principalmente masculino, con alta exposición pública y gran interacción social. En otras palabras, los mandos medios sienten cierta exigencia de verse bien ante sus jefes y ante los clientes, pero el empresario o los altos gerentes quieren verse bien ante sus pares.

Este hombre, empresario y de alta exposición, están en el orden de los 45 a 60 años. Son personas que antes no se preocupaban por la estética, pero a las que hoy el “mercado” les exige verse más jóvenes y en buena forma física. No quieren la arruga, la pata de gallo, el rollito.

 

¿Qué buscan los hombres y qué las mujeres?

En el caso del hombre empresario o de alto rango en la empresa, los procedimientos estéticos (invasivos y no invasivos) más buscados son principalmente los faciales. Su orden de importancia es:

1. Procedimientos no quirúrgicos para cara (bótox, relleno, plasma rico en plaquetas)

2. Implante capilar

3. Lipoaspiración

4. Bolsas en los párpados

5. Nariz

 

Las mujeres, sean mandos altos, medios o bajos, tienen una edad promedio de entre 30 a 40 años. Debido a que son más jóvenes, su necesidad no pasa tanto por el rostro, sino por el aspecto corporal. Los procedimientos más solicitados, por orden de importancia, son:

1. Aumento de mamas

2. Lipoescultura

3. Rinoplastia

4. Aumento de glúteos con grasa propia

5. Procedimientos estéticos no quirúrgicos (bótox, rellenos con ácido hialurónico o grasa, plasma rico en plaquetas).

 

Como cirujanos, debemos hacer un diagnóstico correcto del “problema” y ser muy criteriosos al interpretar las necesidades y requerimientos de los pacientes, indicando alternativas de tratamiento con expectativas realistas de resultados, que no siempre implican un procedimiento quirúrgico.