Conmigo como protagonista, más que palabras recuerdo hechos y gestos de toda la gente de EL DIARIO. Recuerdo cuando fui a pelear por el título a Miami, y allí estuvieron Raúl José y Roberto Babalfi. En el estadio había dos villamarienses, ellos eran Argentina, y eso para mí fue muy positivo, porque cuando uno viajaba a pelear no era como si se fuera de vacaciones, uno iba a trabajar. La presencia de gente de EL DIARIO en esa y otras peleas hizo que fuera todo más ameno.
Nunca me olvidaré lo desconsolado que estaba Raúl José después de esa pelea con Sugar Baby Rojas. En su impotencia, no sabía qué hacer para consolarme. Yo estaba en recuperación de mi adicción y él quería que me sintiera bien.
Con respecto a mi relación con EL DIARIO, siento que con los muchachos que trabajan ahí no había un trato de periodista y deportista. Sin haber una amistad muy grande, no digo amigos, pero sí buenos conocidos, una excelente relación.
Me acuerdo que cuando yo estaba haciendo cagadas y me tenían que criticar para que reaccionara que estaba haciendo mal las cosas, me llamaban y me decían “disculpame, pero tengo que pegarte” y yo sabía que estaba haciendo cagadas, pero sentía a su vez que a ellos les dolía tener que escribir eso.
En abril yo también festejo un aniversario: los 17 años de mi segunda recuperación, que creo es la definitiva; esta es una lucha diaria.
Me acuerdo del partido de fútbol homenaje que me hicieron como recibimiento cuando regresé de Bell Ville, porque yo de Buenos Aires no pasé por Villa María, sino fui directo a Bell Ville para recuperarme.
Todos los reportajes que me hicieron después fueron muy positivos. Estaba quebrado anímica y económicamente cuando llegué. Arranqué, le puse el pecho y cuando muchos me discriminaban por mi enfermedad -que no es una gripe y que en aquel entonces estaba peor vista que ahora- EL DIARIO me dio la posibilidad de escribir una columna semanal: “Y mañana serán grandes”, donde hacía una nota a un boxeador nuevo que recién empezaba. Me corregían los errores ortográficos y me ayudaban mucho.
Ahora, cuando necesito algo por mi trabajo con el tema de las adicciones, están siempre firmes.
Por ahí desaparezco y cuando vuelvo me dicen: “Che, Gustavo, pasá uno de estos días a tomar un café”. A pesar de todos mis errores, esas cosas me dicen que no he sido un mal tipo.
Fuera de mi relación con este medio, una de las noticias que más me impactaron fue la de un laboratorio clandestino que se descubrió en la ciudad.
Gustavo Ballas,
ex campeón Mundial de Boxeo
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