Desde la empresa Corpus, el enfermero Gabriel Giménez concientiza sobre los riesgos de intoxicación por el monóxido de carbono.
Con la llegada de las bajas temperaturas, se prenden calefactores y otros elementos generadores de calor. El profesional advirtió, en ese sentido, que hay que tener en cuenta diversas cuestiones para que no exista riesgo de vida.
“El monóxido nos afecta a todos, pero los sectores más humildes están más expuestos por contar con elementos generadores de calor precarios como braseros, salamandras, estufas a leña casera y no con buen tiraje. El problema es la mala combustión, la que provoca este gas que no se huele, no se detecta, no se ve, que convive con cada uno”, explicó el entrevistado.
Giménez precisó que el monóxido de carbono se deposita en las zonas altas de las viviendas y luego comienza a desplazarse.
Entonces, “una persona expuesta a una fuente generadora de esto se intoxica a medida que está en la casa, cuando se va se desintoxica, mejora, se siente bien, pero entra nuevamente y tiene dolor de cabeza, pesadez, náuseas. Sale de la casa y se despabila, se siente enérgica, pero cuando retorna se vuelve a intoxicar. Nuestro organismo en vez de absorber el oxígeno elige el monóxido. Encima, demora muchísimo el proceso de desintoxicación”.
Asimismo, confirmó que una sola noche puede bastar para matar.
“Es el asesino silencioso, no lo percibís. A veces uno come mal, duerme mal y entonces asocia esas circunstancias a los síntomas que en realidad son generados por el monóxido”, alertó.
Una de las claves para detectar la mala combustión “es el estigma que deja la fuente de calor, son las marcas de carbón en la pared al lado del calefactor en forma de abanico (también por fuera si es tiro balanceado)”. Eso es evidencia de que hay problemas.
Otra cuestión tajante es el color de la llama, que debe ser azul brillante. “Cuando hay mala combustión es anaranjada o incandescente, no hay llama. La llama azul es signo de buena combustión”, especificó. Así, “el piloto del calefactor debe tener una llama azul brillante”.
Entre las recomendaciones, contó que ante un pedido de auxilio no hay riesgo para el que entra por un rato a la vivienda a socorrer, pero debe ingresar a la casa y abrir todas las aberturas para ventilar.
Giménez recordó que en 2014 hubo nueve casos de intoxicación por este tema en Villa María. “El primero fue un hecho aislado, una persona pidió ayuda y se le diagnosticó esta situación. El segundo caso abarcó a ocho vecinos en un complejo de departamentos, en una situación de emergencia que incluyó a menores. Los vecinos llamaron porque sentían pedidos de auxilio y ya había gente con intoxicación moderada”, repasó.
Finalmente, recalcó que “esto afecta mayormente a niños y ancianos, por lo que si estamos en un mismo ambiente, el niño va a ser más afectado”. Y pidió que durante la noche se apaguen las fuentes de calor.