Esta es la historia de dos hermanos que quedaron al costado del camino. Lejos de toda inclusión, de todo progreso, en el olvido y con dolores a cuestas. Sufriendo el robo de lo poco que tienen.
Mónica Beatriz Villarreal tiene 34 años. Junto a su hermano Rafael Villarreal vive “hace más de 30 años” abajo del puente Andino, en jurisdicción de Villa Nueva.
A pocos metros del río ellos habitan dos pequeños espacios cubiertos por techos de chapa y nailon, entre altísimos yuyos y rodeados de diminutos perros que hacen de celosos guardianes. “Tenemos nueve, porque acá no se puede estar, te roban todo. Si nos vamos, nos sacan todo, no podés dejar ni mercadería”, aseguró la mujer cuando ayer recibieron a EL DIARIO.
“Casi siempre vivimos acá, mi mamá falleció hace ocho años. Hoy nosotros estamos jubilados por enfermedad”, por lo que perciben 2.500 pesos mensuales.
No tienen agua, no tienen energía eléctrica, no tienen gas. Por eso, “nos alcanza la jubilación porque no tenemos que pagar nada”.
Para lavar la ropa o algún plato utilizan el agua del río Ctalamochita, que surca cerquita. A veces de ahí también extraen el agua para tomar, según confiaron en la víspera a este cronista. “No nos queda otra, por más que nos haga mal”, dijo ella y él acotó que a veces sacan agua potable del predio recreativo de ATILRA, que queda pasando el puente, en el ejido villamariense.
Hoy atraviesan una durísima situación de salud. Ambos están enfermos y ella lucha contra el cáncer. Ante preguntas, reveló que una vez al mes se va caminando hasta el Hospital Regional Pasteur de calle Mendoza para hacerse atender. No tiene dinero para movilizarse de otra manera. Es decir, cruza toda la localidad a pie.
A la espera de una vivienda
Cuando ayer llegamos a este lugar, Rafael nos atendió alertado por los ladridos de sus perros. No quiso dar una nota, dijo que no tenía nada que pedir. Sin embargo, su hermana (que tomó contacto minutos después con EL DIARIO) sí quiso hablar públicamente.
En este marco contaron que recién el año pasado consiguieron que se los inscriba en los planes habitacionales del Estado.
Mónica fue contundente cuando narró que el intendente Guillermo Cavagnero, a quien dijo verlo en varias oportunidades, nunca aceptó anotarlos en la lista de quienes aspiran a una vivienda. Por eso, los hermanos decidieron cambiar el domicilio y ahora aparecen como ciudadanos villamarienses. ¿Para qué? Según sus palabras, de esta manera la Municipalidad de Villa María los incorporó el año pasado en el listado de quienes demandan un techo digno.
“Ya estamos anotados en la planilla y ahora a esperar que nos sorteen”, expresó la joven.