NOTA Nº 408 - Escribe: Jesús Chirino
Por estos días el Instituto de Educación Superior del Centro de la República (Inescer) “Dr. Angel Diego Márquez” inauguró su nuevo edificio. El nombre del pedagogo villamariense, que identifica a la institución, resalta en letras gigantes que brillan en la fachada de la flamante construcción situada en el predio donde solían estar tendidas las vías del ferrocarril francés. Márquez, intelectual reconocido internacionalmente, dejó un importante legado que va desde sus aportes teóricos hasta aportes concretos a la vida institucional de la comunidad regional.
Con la comunidad
Nacido en Buenos Aires el 12 de noviembre de 1923, ejerció la docencia en diferentes niveles del sistema educativo. En su juventud, a principios de los años ´50, fue director del Instituto Secundario Bernardino Rivadavia. Llegó a Villa María traído por el político radical Antonio Sobral, hombre que también trabajó de manera decidida en el mundo de la educación. Márquez ocupó ese cargo hasta el año 1952 cuando todas las dependencias de la Biblioteca Rivadavia fueron intervenidas por razones políticas. Luego de un lamentable proceso fue sacado de la escuela junto a otros docentes, alumnos y no docentes de esa casa de estudios. Regresó a la institución en el año 1955 cuando, el gobierno formado a partir del derrocamiento del peronismo, lo nombró interventor de ese mismo instituto y también de la Escuela Normal Víctor Mercante. Aprovechó ese espacio de poder que le otorgaron para, de manera inmediata, regresar esas instituciones a su conducción natural liderada por Antonio Sobral, quien también había sido alejado por la referida intervención peronista del ´52.
Amén de otras experiencias en Villa María donde, por ejemplo, fue directivo de una escuela primaria, Márquez realizó una exitosa carrera a nivel internacional que lo llevó a trabajar en diferentes países, llegando a ocupar cargos de importancia en la Unesco. En los años ´80 regresó a nuestra ciudad y desde 1985 se radicó definitivamente aquí y al poco tiempo, luego de algunas desinteligencias con las autoridades del lugar donde trabajaba, lideró un importante grupo de educadores con los cuales emprendió la gran tarea de concretar un proyecto a medida de sus ideas pedagógicas.
Ese empeño fructificó en la institución educativa que acaba de fijar su domicilio en bulevar España 1050. Antes de la creación de la casa de estudios sumó voluntades que dieron nacimiento a la Fundación para la Educación Superior y la Investigación del Centro de la República (Fundacer) donde confluyeron representantes de diferentes organizaciones de la sociedad entre los cuales se encontraban dirigentes gremiales, sociales, deportivos, etcétera. Esa fundación fue desde donde se originó la institución educativa que luego pasaría a denominarse Inescer.
La manera que Márquez trabajó para la construcción de esta institución educativa integrada a la comunidad fue algo muy coherente con su pensamiento acerca del particular. No concebía instituciones educativas de elite, con poca inserción comunitaria. En sintonía con esto, desde sus inicios se dispuso que el Inescer fuera gobernado por un Consejo Superior integrado por representantes de los claustros y también de la comunidad a partir de la participación de los directivos de la Fundacer.
Un detalle importante de la organización de la fundación era que, por entonces, no podía ser dirigida por docentes de la casa de estudios. Era una manera de asegurar que la misma no perdiera la representatividad comunitaria. Márquez supo declarar que “todos los miembros de la comunidad, las organizaciones sociales, los partidos políticos, los sindicatos, los colegios profesionales, las entidades que agrupan a los industriales, a los agricultores, etcétera, tienen el derecho, y más aún el deber de interesarse por la educación superior, de emitir juicios críticos sobre las actividades que ésta realiza, de evaluar sus resultados”. Por otra parte, en los años ´80, cuando era colaborador de EL DIARIO, refiriéndose a las universidades e institutos de educación superior supo declarar que “son castillos-fortalezas que han levantado sus puentes y que se encuentran separados por un profundo foso del resto de la sociedad. Así, aisladas, las instituciones de nivel superior se encuentran imposibilitadas de percibir las observaciones, las críticas, las demandas provenientes de la sociedad”.
Coherencia
Resulta más que interesante recorrer los postulados teóricos con los cuales se manejaba Márquez y contrastarlos con sus prácticas. Al hacer ese ejercicio se encuentra la figura de un hombre que trabajó incesantemente para llevar al terreno de la realización concreta sus ideas acerca de lo educativo. Y esto no sólo puede observarse en el esfuerzo puesto en la creación de instituciones como es el caso del Inscer, también en momentos históricos en los cuales, desde su reconocido lugar de intelectual, argumentó en favor de lo que él mismo supo definir como la “escuela pública… la escuela del pueblo, y de los derechos educativos”. Así es que en plena década de los ´90, en 1993, en su libro “La quiebra del sistema educativo argentino” denunció públicamente “la profunda crisis de la educación,… la bancarrota del sistema” y no le tembló el pulso para señalar “la política neoconservadora que implementa el gobierno menemista -que- genera la crisis iniciada a mediados de los años setenta, lo ha agravado”. Desde la introducción a ese material caracteriza de ese modo a la política desarrollada por el gobierno presidido por el peronista Carlos Menem. Situaba al sistema educativo en medio de un entramado de manifestaciones socioeconómicas producto de la crisis de entonces. Así advertía que la educación se desarrolla en un contexto de “pobreza, desempleo, subempleo, desocupación encubierta, caída de los salarios, flexibilización laboral, pérdida de los derechos de los trabajadores, malnutrición o desnutrición, falta de viviendas adecuadas, carencias de agua corriente y de servicios cloacales, deterioro de los servicios de salud, etcétera”.
Márquez también dio debate en contra de los intentos de municipalizar la educación, proyecto de los organismos internacionales que ya había sido implementado, con resultados desastrosos, en otros países latinoamericanos.
Tenía un ideal de educación que no podía desarrollarse en los diseños institucionales propuestos por el neoliberalismo económico y el neoconservadurismo político. Para asomarnos a su idea de la educación podemos recordar lo que Márquez escribió en EL DIARIO en el año 1986: “Nuestros paisanos suelen responder ante la pregunta ritual “cómo está”; “aquí estamos… durando”. Durar no es vivir. La existencia como señala Paulo Freire, no es resignación ni desesperación, sino riesgo. Eduquemos para que el hombre logre superar la cotidianeidad y sea capaz de alcanzar la significación dramática de su existencia. Eduquemos -en síntesis- para vivir la vida como riesgo existencial”.